Tona (Santander).
Miércoles 30 de agosto de 2017
Capital Hídrica de Santander.
Si no me hubiera gustado este pueblo, diría que queda en un hueco, pero como me amañé tanto y me trataron tan bien, digo que Tona ocupa un espacio verde, rodeado de montañas donde nacen muchos ríos y quebradas.
Con razón Tona es llamado el ‘Municipio Hídrico y EcoTurístico de Santander’.
Tona se encuentra entre Bucaramanga y Pamplona, a hora y media de la capital santandereana, y hace parte de la provincia de Soto Norte.
Pueblo bello y escondido.
En 1.515 el capitán le dijo a Juan Rodríguez Suárez: ‘Váyase usted por ese lado a ver qué encuentra’, y el español se tropezó con un valle hermoso de muchas fuentes de agua en donde fundó a Tona.
A media mañana llegué de Pamplona al Kilómetro 18, donde hay una glorieta y comienza la doble calzada que se aproxima a Bucaramanga sin que todavía esté terminada hasta la capital bumanguesa.
Una rotonda sin árboles invita a sembrar plantas de flores y conseguir una obra de arte para colocarla en el centro de ese espacio tan visible.
En esa glorieta comienza la vía que lleva a Tona en una hora y por una carretera de 18 kilómetros.
Me informan que hasta las doce del día no pasa bus para Tona, solo vinieron dos carros que no iban hasta el pueblo.
Así que dejé el morral en la Tienda Casa Loma en donde compré pan recién horneado con cuajada muy rica que elaboran allí.
Carretera inolvidable.
La carretera al principio es bellísima: muy natural, con follaje casi hasta el pavimento y diseños propios de la floresta.
Más abajo los precipicios son azarosos, casi perpendiculares.
Por el fondo corre el río Tona en sentido contrario. Así que después del puente viene un tramo en ascenso suave con la vertiente a un lado.
A Tona le vino bien la gobernación de Horacio Serpa: como el político liberal ejerció como juez en Tona, fue muy generoso con el presupuesto que hasta el 2015 le asignó al municipio.
Pueblo café y blanco.
Tona es un municipio bien cuidado, con un toque colonial que le luce y sabe conservar. Las fachadas de las casas son blancas y la mampostería de todas las residencias de color café oscuro.
Si con base en ello se midiera el sentido de pertenencia de los toneros frente a su terruño, se diría que adoran el suelo donde nacieron.
El bus me dejó en la plaza principal. Fotografié la iglesia en honor de San Isidro Labrador, cuya imagen en gran formato decora uno de los altares laterales. Ahora terminan de pintar el templo, que es sencillo y sobrio.
La imagen de San Isidro, acompañado de la yunta de bueyes, se ve en lo alto de la fachada eclesial.
Anduve por el Instituto Coluribe en donde los buses escolares esperaban a los estudiantes.
Por ahí está la Plaza de Toros y detrás del coso inician una parcelación de casas de buen precio, alrededor de un gran pino de forma redonda que carga no solo el peso de las ramas, sino el cansancio de muchos años en pie.
Hacia el oriente se ve, como pegado a la montaña, el barrio Pueblito, de casas con fachadas blancas colocadas una sobre la otra. Lo que sigue hacia arriba es un bosque tropical primitivo y bien conservado.
La imagen blanca de un Cristo con los brazos abiertos decora el parque, al lado de una estatua de Bolívar, tan pequeña como dicen que era la estatura del Libertador.
Árboles gigantes y melenudos dan sombra al parque que tiene también una pequeña media torta para aprovechar el declive suave del terreno.
En algunas casas elaboran cuajada simple de excelente sabor, y arriba del pueblo hay una pequeña fábrica de productos lácteos. Lástima que no dispongo de nevera para llevar a casa, porque el sabor de la cuajada tonera es exquisito y único.
En esas salió, en medio de trompetazos, el bus de la una de la tarde. Me habían dicho que salía a las dos pero a esa hora es cuando pasa por el kilómetro 18. Así que lo perdí y lo malo es que hasta las cinco de la tarde no sale el próximo transporte.
En un restaurante de la calle principal, almuerzo por $8.000, con sopa y pernil de pollo sudado, delicioso.
La calle principal atraviesa el pueblo de arriba abajo y constituye la columna vertebral de la localidad.
Anduve a pie hasta el Coliseo y el Cementerio que tiene a la entrada dos palmeras por las que fácilmente podrían subir las almas directamente hasta el cielo.
Atractivo de naturaleza.
Fuera de las muchas quebradas y fuentes de agua que son el principal destino turístico de Tona, en la parte de arriba hay peñas para escalar y frente a la vereda El Gramal, se conservan vestigios de las culturas primitivas.
No tuve que esperar mucho en las afueras de Tona, al momento se detuvo un camión Nissan manejado por un joven a quien acompaña su padre, el dueño del vehículo.
Muy amables me llevaron hasta Bucaramanga en un viaje placentero, sobre todo por la compañía y por el parabrisas panorámico del camión.
Desde la ventanilla pude fotografiar los bosques diversos que rodean la carretera, aunque también me espantaba mirar hacia abajo, cuando pasamos por el borde de los precipicios.
El joven conductor paró para que enfocara no solo el reservorio de agua que surte a la capital santandereana, sino el Hotel Boutique Casa Tona, que se ve en la cordillera del frente y al otro lado del río.
Cerca del MetroLínea le agradecí a mis anfitriones su amabilidad y abordé bus para ir de paseo a Piedecuesta.
La alcaldesa de Tona hasta el 2019 es la señora Carmen Lucero Ramírez Aldana.
Acá viven en total 6.500 toneros, mil en el pueblo y los 5.500 restantes en las veredas.
una pregunta
¿que bus tomo para ir de Bucaramanga a Tona?
¿cual fue el precio?
Entiendo que la empresa que viaja a Tona es Transportes Cáchira, que se toma en el centro de Bucaramanga, cerca a la Fiscalía. Calle 16 24-50 Teléfono 87) 642 22 18