Galán (Santander).

Viernes 27 de enero de 2017

Rocas y ríos.

Temprano salí del Socorro en una buseta muy buena: con parabrisas y ventanas panorámicas.

La carretera desde Berlín es destapada pero con piso firme. Primero se baja hasta Baraya, cerca a ‘Las Juntas’ donde se unen los ríos Ponce y Suárez.

Luego otro Puente sobre el río Suárez y a continuación ascenso hasta Galán, a veces por placa huella. En total son dos horas de recorrido.

Se pasa por las partidas para Cabrera y el Hato, otros dos municipios santandereanos.

También observamos el punto llamado Gómez Niño, en donde la vía que viene de Barichara se encuentra con la de Galán. Desde Barichara la distancia a Galán es mucho menor, pero no hay ruta de transporte público.

Hay muy poco tráfico en todo el camino y no son muchas las viviendas, casi todas se encuentran llegando a Galán.

Es evidente la pobreza en las pocas casas y cultivos. Parece ser que estas tierras no son las más fértiles. De todas maneras impresionan las cantidades de hectáreas improductivas.

Se ven vallados en piedras enmohecidas, testigos mudos de tantas épocas vividas. Este terreno es árido y abundan las rocas tanto en las laderas como en los ríos.

Pueblo que sorprende.

A las 11:30 llegamos a Galán que en principio me sorprende. Muy ordenado y limpio, como corresponde a una localidad gobernada por una mujer.

Estuve saludando a los funcionarios de la alcaldía. El ente administrativo funciona ahora en la sede de la Casa de la Cultura, una mansión hermosa con corredor atrás y al fondo la Biblioteca Municipal.

En el patio se exhibe el busto de Alfonso Gómez Gómez, pro-hombre santandereano que fue congresista y diplomático pero que, según las malas lenguas, fue poco lo que hizo por su patria chica.

En Galán nació hace más de 50 años, la entidad financiera Coomuldesa, que tiene su sede en una esquina central del pueblo.

La alcaldesa de Galán hasta el 2019 es la señora Sofía Medina Serrano. Actualmente se termina una nueva sede para la Alcaldía en el costado occidental de la plaza principal.

Esa sede también tiene un buen diseño, con corredor muy ventilado y vista hacia las montañas occidentales.

Templo antiguo bien iluminado.

Luego fotografié el interior del templo de San José que arquitectónicamente es muy valioso. Porque tiene ventanas suficientes cerca a la cubierta y, lo más novedoso, sendos corredores laterales que le aportan aire e iluminación a dos manos.

En esos corredores crecen enredaderas de uva que le dan un toque fresco al recinto, fuera de que la uva es una fruta mencionada varias veces en las sagradas escrituras.

Muchas imágenes de santos se ubican a los lados, y también es muy valioso el retablo central en amarillo, con apliques y relieves de lujo.

En los dos restaurantes de la plaza solo había carne de res. Acá no es fácil proveerse de proteína desde cuando cerraron el matadero municipal.

Anduve por la plaza de mercado cubierta, un edificio grande en ladrillo. En seguida queda el matadero.

En la pared de casas a la entrada y salida de Galán hay unos posters grandes donde se invita a sembrar árboles. Esa campaña la hace una persona nacida acá y residente en Estados Unidos.

Cada año viene a su tierra natal, siembre árboles y realiza una campaña para comprometer a sus coterráneos en esa labor. Estuve en la casa de su familia y le dejé mi felicitación por esa plausible campaña.

Destino turístico.

En el parque de Galán conocí a un grupo de turistas europeos que con ‘Macho’ acababan de almorzar en el centro del parque y sobre una mesa plegable cubierta con mantel de cuadros.

Se trata de una empresa ecuatoriana que ya tiene sucursal en San Gil y que lidera un joven aventurero. Ahora se dirigen  al alto de la antena de celular, hasta donde sube carro, para regresar en ciclas.

Un bello campero Toyota cuatro puertas comprado en Bogotá donde funcionó como ambulancia, es el carro ideal para esta expedición. Arriba en el capacete llevan las ciclas y los turistas van dentro del campero.

Pues me gustó tanto esa idea, que les pedí una foto en su compañía.

La Edad Dorada.

Estuve conversando con señores de edad que pasan las horas sentados en una banca del parque.

Qué lástima que a estas personas no se les haya entrenado en una actividad para los mejores años de su vida. Cómo es de conveniente tener una pasión durante la jubilación.

Refiriéndose al clima, uno de ellos dice:

‘Ahora es cuando echa a batir el aire, y no sienta tanto la calor’.

Estaba desprevenido cuando de pronto sentí tremendo trompetazo. Claro, era el bus de CotransMagdalena que llegaba a Galán después de haber salido de Socorro a la 1:30 de la tarde.

Ya había asegurado el cupo cuando compré el pasaje por $14.000 hasta mi nuevo destino: Zapatoca.

Acá habitan en total 2.900 galaneros, 900 en el pueblo y 2.000 en las veredas.