Saludar y ser Comedido
Saludar y ser comedido.
En la pasada Vitrina Turística de ANATO expuse ante los blogueros más reconocidos de Colombia, una propuesta para atraer turistas al país, que fue muy bien recibida por la audiencia. Esa idea ya la había publicado en el blog con motivo del Plebiscito de octubre de 2016.
Cansado de tanta argumentación entre santistas y uribistas, me propuse a cambio, tener hechos de paz. En dos situaciones simples pero efectivas.
- Saludar a toda persona que me mire en la calle, y
- estar presto a ayudar a quien lo necesite.
Cuando voy por la calle observo a toda persona que vine frente a mí. Si me mira le digo:
Buenos días, buenas tardes.
Y también me concentro en observar situaciones en las cuales yo pueda colaborar.
Recuerdo tres casos:
1 – Estando en un supermercado observé cómo una pareja compraba artículos que sostenían en sus brazos con dificultad. Estaban discutiendo. Pensé: estos necesitan un carrito.
Fui a buscarlo y se los llevé. No esperé que me dijeran gracias con tanta emoción.
Seguramente no se habían hecho al carrito porque pensaron que no lo iban a necesitar. Y llegué en un momento tan oportuno que por eso fueron tan expresivos y hasta ahí les llegó el mal humor.
2 – Una tarde cuando me disponía a bajar las escalas de la plaza de mercado, observé a mi lado a una señora de más edad que la mía, cargando un paquete pesado. Le propuse:
‘Si quiere le recibo el paquete y se lo entrego abajo’. Ella me lo dió agradecida y antes de regresárselo le hice una charla que nos hizo reír:
‘Estuve tentado a salir corriendo con su mercado…’.
3 – En el último viaje en bus intermunicipal me ubiqué al pie de la puerta de acceso para recibir paquetes a quien abordaba el vehículo, dar la mano a algún anciano o ayudarle con las maletas a quien se iba a bajar.
Al final el auxiliar entendió que eso debía hacerlo él, y siguió mi ejemplo.
Entonces yo regresé a mi silla y me pude concentrar en observar el paisaje y disfrutar del paseo.
Todo esto se me ocurrió luego de escuchar a Mariana Pajón cuando después de recibir la medalla dorada, en sus declaraciones a Blu Radio dijo:
“Es difícil de entender, pero la paz no viene de un papel ni de un lugar: ni de La Habana ni de Colombia ni de nadie. Si Colombia quiere la paz empieza por uno y empieza por casa. Poner Sí o No en un papel no cambia nada si no cambio yo”.
Y a qué viene a cuento esto, en un blog de viajes?
Pues porque también estuve pensando que Fontur y todos los entes relacionados con el turismo, deberían promover en Colombia no solo sus principales destinos, sino ante todo: la amabilidad de los colombianos.
Porque en cualquier país del mundo hay bellezas naturales, arquitectura antigua o playas coralinas. Pero el que la gente sea tan acogedora como la mayoría de los colombianos, eso sí hace que el turista se amañe, quiera regresar al país o hable bien de Colombia.
Si nos enfrentamos a Costa Rica en cuanto a bellezas naturales o con República Dominicana en las mejores playas o con Perú o Méjico en cuanto a ruinas arqueológicas, de pronto no nos va tan bien.
En cambio calidez, amabilidad, acogida, respeto por el otro, son cosas fáciles de promover y que, paralelo al proceso de paz, pueden ser más efectivas para superar los cinco millones de turistas anuales y tener un mejor país.
Para quien pone en práctica esta estrategia hay una recompensa adicional: el Universo se confabula a favor de quienes actúan con bondad y espíritu de servicio. Basta de buscar el éxito a costa de los demás, más bien dediquémonos a servir al otro sin esperar recompensa.
En mi última correría por Barranquilla y Bogotá me ocurrieron situaciones afortunadas que no me explico por qué se dieron. Cuando llegué a la orilla del río Magdalena y en ese momento iba a salir la canoa; o cuando con lo difícil que es coger taxi en horas pico de la capital, me ubiqué en el sitio preciso al cual llegó un auto a dejar el pasajero para que yo lo abordara sin problemas.
Mi invitación de nuevo es a propiciar cada día: pequeños hechos de servicio. Solo así tendremos una paz verdadera en Colombia.