Mompox (Bolívar) 1/2.

Domingo 25 de septiembre de 2005:

Mompox, al igual que Honda, Barichara, Lorica o Santafé de Antioquia,  es uno de los 17 Pueblos Patrimoniales de Colombia. En la actualidad Mompox tiene en el casco urbano 25.000 habitantes y en toda la comarca unos 42 mil.

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Calle del Medio.

La Villa de Santa Cruz de Mompox, fue fundada en 1.540 por don Alonso de Heredia, hermano de don Pedro, el fundador de la Ciudad de Cartagena de Indias. Mompox se creó para que fuera una ciudad intermedia entre Cartagena y Bogotá.

A las siete estuvimos en el mar, para disfrutar de los últimos minutos de baño, en las playas de Coveñas, a donde vine, en excursión desde Medellín, con un grupo de Comfama. Mis amigos regresan ahora; yo aprovecharé mi estadía en la costa, para conocer Mompox. Parte del equipaje lo envié con los compañeros de excursión. Así que en adelante, viajaré solo y ligero de equipaje.

Al viajar en excursión todos se relacionan mucho con los compañeros del grupo y muy poco con los lugareños;  en cambio viajando sin compañía, uno se siente obligado a compartir con la gente de la región y de pronto se conoce más, acerca de la idiosincrasia de los pueblos.

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Bellezas de Mompox.

Tan pronto como salí a la carretera de Coveñas, pasó el chivero para Tolú y en la entrada al pueblo esperé transporte para Sincelejo. La buseta, aunque trajinada y vieja, ya tiene instalado el control digital de velocidad, para que los pasajeros puedan conocer y actuar, respecto a la velocidad a la cual conduce el chofer. Al respecto un costeño que iba de pasajero, en su mentalidad fresca y espontánea se limitó a decir, :  ‘Sí que inventan maricá…’

Ya en la capital de Sucre, por 500 pesos tomo una mototaxi que me lleva hasta el terminal, desde donde salen los colectivos para Magangue. Quiero ganar tiempo y llegar lo más temprano posible a Mompox.

Aquí en Sincelejo, no hay un solo terminal de buses, sino que cada empresa tiene el suyo. La buseta que abordé sale perezosamente de la ciudad, haciendo paradas en cuanta cuadra hay pasajeros. La información a los usuarios en cuanto a hora de salida o tiempo de espera en una parada, es cero.

En todas las busetas que he viajado, me ha llamado la atención que el cinturón de seguridad, cuando se tiene y está en uso, se coloca por cumplir. Casi siempre la hebilla que lo agarra al asiento es de un plástico tan débil, que no garantiza ninguna protección.

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Ferry por el río Magdalena.

Aprovecho una detención para tomarme un jugo de corozo, una fruta pequeña, morada y muy ácida, que gusta mucho en las escuelas, para comer con sal. Espero tener estómago de gamín para que no me haga daño este menjunje, hecho quién sabe con qué calidad de agua y en cuales condiciones higiénicas.  En Sincelejo compré unas mandarinas a $ 200, de esas rojas, deliciosas, carnosas y dulces.

La carretera de Sincelejo a Magangue es muy buena, amplia y sin huecos. Se pasa por Corozal y luego por Palmitos. Al llegar a la entrada a San Pedro, se desvía hacia la derecha dejando atrás la troncal que va para Cartagena.

Hoy está haciendo un día soleado muy bonito, preciso para viajarenverano. El panorama es bellísimo: hay árboles abundantes y de muchas clases, en los corrales donde pasta el ganado. Casi todos los alambrados están sostenidos por arbustos de mata-rratón, tan común en tierra caliente.

Cuando dejamos la troncal entendí algunas de las ventajas de las Cajas Únicas, para el manejo del dinero recaudado por los conductores: se elimina el guerreo con sus funestas consecuencias para la comodidad y seguridad de los pasajeros.

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Iglesia de Santa Bárbara, en el 2006.

El conductor de la buseta en la que viajo, se demoró todo lo que quiso para salir de Sincelejo, pero echó madres y braveó como ninguno, cuando por minutos, una buseta de la competencia se le adelantó y fueron suyos los pasajeros que había en las partidas para San Pedro. Entonces a partir de ese punto, el viaje fue bastante guerreado. Varias veces el control de velocidad llegó a cero y se enloquecía luego. Pero había que ganarle a la buseta de la competencia, casi para nada, porque generalmente nos salía adelante.

Como ha llovido bastante por estos días,  toda la vegetación está fértil y frondosa. Abunda la teca, el matarratón y otros árboles utilizados como soporte para las cercas.

En cada casa campesina por la que pasamos no faltan: un marrano, un burro, cinco gallinas y el perro, claro. Se ven frutas muy conocidas en mi infancia como el marañón, el anón y el níspero que, solo se comen en tierra caliente.

Me divierto escuchando a estos costeños tan frescos, que viven sin afanes,  cómo hablan de rápido y utilizan términos tan propios: ‘Aguántalo, Eche, qué va…, Regrésalo tú’.

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Iglesia de Magangué.

Magangué es un pueblo muy grande a orillas del Magdalena; de clima caliente y de abundante comercio. Hay muchas motos: en promedio 237 por cada mil habitantes. Y al igual que en Sincelejo y Mompox, aquí también  pulula la venta de minutos a celular o fijo, a $ 250;  y hasta unos pesos menos, solo para llamar la atención y competir.

Estar en Magangue no era un logro todavía. Faltaba lo más difícil como es el trayecto por el río Magdalena, sobre todo por ser hoy un día festivo.

En un chivero Willys, tan viejo como su conductor, por $ 1.000 llegamos al sitio denominado Yatí, que es donde se coge el Ferry o el Johnson. Pero transcurrían los minutos y solo pasaban una ambulancia fluvial y varias lanchas lecheras, que llevaban el producto en canecas de plástico  azul.

Menos mal en el sitio había en competencia dos pick ups, emitiendo música vallenata, cual de todas mejor. Yo me ubiqué al frente de uno de ellos, para que la música me invadiera cuerpo y espíritu juntos. Los vallenatos no suenan lo mismo en el interior que en la costa. Qué éxtasis tan delicioso, y esa sensación, acompañada por el sabor de dos panes ocañeros que por $ 200 vienen empacados en papel celofán, de morir! Se trata de un pan dulce muy bueno que elaboran en la capital del Atlántico.

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Cargando el Ferry.

Como ya llevábamos hora y media y no aparecía el Johnson, los que estábamos allí decidimos llegar hasta el lugar de donde sale el Ferry, que hoy zarpa a las dos de la tarde,  para hacer el trayecto gratis en él, aunque más demorado. Un Nissan viejo nos arrimó las ocho cuadras que nos separaban.

Cuando llegamos al embarcadero, ya estaban ingresando los tres camiones, dos buses y cinco autos pequeños, que caben en el gran planchón. Abordé un bus de Unitransco que ya estaba sobre el ferry. La ventaja era su aire acondicionado, pero me interesaba más pasearme por el ferry para ver la gente, conocer el vehículo y divisar el paisaje desde el segundo piso.

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Edificio del Ferry.

El Ferry demora 45 minutos para hacer el trayecto en ‘U’ que forma el río Magdalena. De todas maneras es un medio de transporte obsoleto, que ya debería estar superado por un puente que, según dicen, está ahora en construcción en la vía por El Banco.

Al fin terminó el recorrido por el río, desembarcó el bus de Unitransco y salimos de La Bodega hacia Mompox. En el camino dormí un poco pues estaba cansado de tanta espera y mucho calor.

El bus me dejó justo en la plazoleta de Santa Bárbara, como para que empezara a tomar fotos al final de la tarde. Qué belleza de Iglesia, qué estilo tan particular el de esa torre con balconcito.

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Iglesia de Santa Bárbara, en el 2005.

El primer Hotel que encontré me gustó. Así que por $ 15.000 arrendé una alcoba muy fresca, bastante amplia y con un ventilador eficiente. Se trata de un hotel tan familiar que, inmediatamente me facilitaron una barra de jabón para asear dos camisetas, en un lavadero grande, ubicado en el patio de atrás de la casa.

Salí rápido porque ya eran las cuatro pasadas y no podía desperdiciar la luz diurna. De pronto, oh suerte, me encuentro con un grupo de la tercera edad que vino de Bogotá y era dirigido por don Julio Vargas, un excelente guía, que explica todo muy bien, como dramatizando las situaciones y, de todas maneras, habla saboreando las palabras, como si disfrutara lo que hace. Muy distinto a aquellos guías que repiten de memoria un parlamento aprendido.

Don Julio nos cuenta que, durante la colonia, Mompox fue el refugio de los españoles acosados por los corsarios ingleses y franceses en Cartagena. Sin embargo Cartagena y Mompox además de ciudades hermanas, fueron también rivales en muchos aspectos y por mucho tiempo.

El 6 de Agosto de 1.810 la Villa de Mompox proclamó la independencia  absoluta  de España, a diferencia de otras ciudades que se independizaron de la corona española, pero de manera relativa.

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Casa del Te Deum.

Don Julio Vargas, fotógrafo además de guía turístico, nos contó historias como la de dos personajes ilustres de Mompox: don Pedro Martínez de Pinillos fundador del colegio que lleva su apellido, y doña Manuela Tomasa de Enájera, esposa de don Pedro y de quien tomó el nombre el principal Hotel Doña Manuela, en la llamada Casa del Te Deum sobre la Calle Real del Medio.

Otros pro-hombres momposinos fueron Germán Gutiérrez de Piñerez y don Pantaleón Ribón y Segura. Y apellidos famosos de Mompox son: Cassiani, Di Filippo, Turizzo y Trespalacios.

Pasamos también por el Hospital San Juan de Dios, que fue el primer hospital de América. Más adelante admiramos el convento que fue de los Jesuitas y Colegio de San Carlos y en donde funciona hoy la Alcaldía Municipal. También fotografié la casa ‘Alta’: por ser de dos pisos, esquinera de balcones verdes, en donde vivió por espacio de 25 años don José Celestino Mutis.

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Casa José Celestino Mutis.

Más adelante pasamos frente a La Casa del Cabildo, especie de Fiscalía donde le imponían las penas a los reos.

Y el Palacio de la Aduana que, una vez restaurado será un centro de artesanías.

Empezamos a transitar por la albarrada, un muro de contención, que corre a orillas de un brazo del río Magdalena y que, junto con la Calle Real del Medio y la Calle de Atrás, constituyen las tres arterias de la ciudad.

La albarrada toma diferentes nombres, según la calle con la cual se cruce o el sitio por donde pase. La Albarrada del Alba; de San Rafael, donde vivían varios médicos y por eso toma el nombre del patrono de los galenos; de la Marquesa, etc.

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Palacio de la Aduana.

A lo largo de la albarrada hubo muchos establecimientos comerciales pertenecientes a los llamados ‘turcos’. Estos no eran sino ciudadanos sirio-libaneses a quienes se les daba ese calificativo, porque sacaban la cédula en Turquía.

Siguiendo por la Albarrada encontramos la casa en la que vivió el diseñador Hernán Zajar y que hoy pertenece a la familia de la novia de Tomás, el hijo de Álvaro Uribe: Ana Sofía Cabrales.

Y es que desde la colonia toda la alta alcurnia de la época vivía en Mompox. Cuenta don Julio que en aquellos años los títulos de Márquez, Duque, Hijosdalgo, se compraban a España en doblones de oro.

Don Julio Vargas nos cuenta también cómo en Mompox cuando llueve, los estudiantes no asisten a clase y los empleados no trabajan. Por eso Jorge Oñate en el vallenato ‘Nido de amor’, canta así:

‘…y quédate conmigo, porque tu sabes que cuando llueve, nunca hay clase en el colegio…’

Un lugareño comenta que el principal pasatiempo de los momposinos es el chisme. Todo el mundo vive pendiente de lo que hacen los demás y ese es el principal tema de conversación en las tertulias.

Mompox no tiene un cuerpo de bomberos suficiente, de ahí que en caso de un incendio repican las campanas y se hacen cadenas humanas para conducir el agua en baldes, desde la fuente hasta el foco de la conflagración. Esa misma participación ciudadana se evidencia en caso de un enfermo grave que sea necesario transportar en avión a Bogotá, durante la noche. Todo el que tiene motocicleta colabora con su aparato para iluminar la pista del aeropuerto y permitir el despegue de la aeronave.

En ambos casos una vez se ha solucionado la emergencia la gente vuelve fiesta el asunto y aprovecha para reunirse a tomar unos tragos y comentar los hechos.

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Banca en la Calle de la Albarrada.

La calle de la Albarrada termina justo en la plaza de la iglesia de Santa Bárbara, construida a fines del siglo XVIII. La torre de la iglesia se construyó con balcón y decorada con cuatro cabezas de leon, rosas, palmas y corona,  porque, según cuenta la leyenda, la chica Bárbara, de origen musulmán,  era

‘…una princesa mora espontáneamente convertida a la religión católica que

practicaba ocultamente. Su padre, Dióscoro, preocupado por el inusitado ais-

lamiento de la preciosa joven, que ya no quería salir a reunirse con los mozos

de su edad, le construyó un baño en el cual la muchacha solicitó que le hicie-

ran tres claraboyas para simbolizar y adorar reservadamente a la Santísima

Trinidad. Sin embargo como el amor por un cristiano era la verdadera razón

del aislamiento de Bárbara, su padre decidió encerrarla en una torre, custodia-

da por leones, pero a cuyo balcón podía asomarse a observar las fiestas, corri-

llos y regocijos de sus antiguos compañeros, con la intención de doblegar su

voluntad. La joven permaneció firme en su fe.    Dióscoro, enfurecido quiso

afrentar su pudor haciéndola pasear desnuda frente a los soldados, pero una

nube la cubrió burlando las intenciones del padre. Entonces Dióscoro desen-

vainó su espada y la decapitó tras haberle cercenado los senos. En ese mismo

instante un rayo lo fulminó. Santa Bárbara se convirtió entonces en la patrona

de los polvoreros y abogada contra las centellas’.

El anónimo diseñador de la Torre de Santa Bárbara juega con esta leyenda pues

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Leones y detalles de la Torre de S. Bárbara.

las columnas del primer cuerpo rematan en unos leones –los guardianes de Bár-

bara-; las falsas ventanas laterales están adornadas con una palma y una corona

de rosas en relieve,  símbolos del martirio y la virginidad,  respectivamente,  y

culmina la estructura una graciosa corona, representativa de la santidad. El balcón

evoca la leyenda sobre la santa que, dicho sea de paso, con las reformas poscon-

ciliares fue barrida del santoral en compañía de San Jorge, patrón de los ingleses,

y su humeante dragón’. (1) Cita tomada del libro: Mompox: una isla en el tiempo.

La cabeza de Dióscoro, acompaña la imagen de Santa Bárbara, que está en el altar mayor de la famosa iglesia momposina.

Cabeza
Cabeza de Díscoro, en el altar de Sta. Bárbara.

Cuando terminó la misa de seis, subimos por unas escalas muy empinadas hasta lo más alto de la torre de Santa Bárbara.

La vista desde allí es espléndida, máxime a aquella hora cuando el sol se estaba bajando por el occidente. Pero mayor aún era la sensación de orgullo por estar en el alma misma y la parte más alta de un santuario a la tradición, el arte y la creatividad

Me separé del grupo de Bogotá, le entregué mi colaboración al guía, y fui a tomar el almuerzo-cena con una hamburguesa en la plazoleta de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Mi estómago ni se había inmutado, para permitirle, a la mente y el corazón, disfrutar libremente de tanta belleza.

En Mompox casi no hay carros, pues como es una ciudad tan plana la mayoría de los ciudadanos se movilizan en su motocicleta particular o en las mototaxis. Las hay por miles. Y todas tienen una carrocería en fibra de vidrio, fabricada en Santo Tomás, Atlántico.  Dicha carrocería se la adicionan a la moto formando un triciclo y a veces un cuadri-ciclo. Las moto-taxi son vehículos muy cómodos y de gran ventilación pues la carrocería es totalmente abierta.

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Mototaxista en Mompox.

La noche está oscura pero preciosa: no cabe una estrella más en el cielo. Hacía rato no me tocaba un firmamento tan lleno de estrellas. Antes de las diez,  tan cansado como satisfecho, me fui a dormir al Hotel Aurora .

Lunes 26 de septiembre de 2005:

A las 6:30 estuve bajo la ducha,  con esa agua de tierra caliente deliciosa, que saca el jabón de inmediato. Lo primero fue salir a las afueras de Mompox por la calle 17 al fondo, para conocer la plaza de mercado.  Es más grande de lo que la ciudad  necesita, pero cómoda y organizada. Impresiona ver la venta de pollo crudo, a la interperie sin ningún cuidado por la cadena de frío. Lo mismo el pescado que lo salan para que se conserve. Se vende más que todo bocachico, bagre y mojarra.

Mompox parece un buen vividero. Se ve a todo mundo como en actividad. No he observado ningún pordiosero y los sitios para venta de licor son muy pocos, menos de los que uno encuentra en pueblos pequeños, con la décima parte de la población momposina.  Aquí se han promocionado mucho los talleres artesanales y hay varias fábricas de sillas mecedoras las cuales muchas veces,  se venden en el extranjero.

En una mototaxi fui primero al aeropuerto San Bernardo. Me cuentan que por ahora no hay vuelos comerciales y que a esta pista solo llegan vuelos charter.

Ya a pie recorro la Escuela Taller en donde dan clases de Orfebrería, cerrajería, ebanistería y albañilería. También entro a conocer la Casa de la Cultura, en donde consulto unos libros con fotografías muy bonitas de los sitios históricos y turísticos de Santa Cruz de Mompox. Ya sé a dónde me falta ir.

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Ventanas con copa como base.

Paso luego por el ancianato llamado Casa del Recuerdo y el Hostal Doña Manuela o Casa del Te Deum. La calle Real del Medio es bellísima. Todas las ventanas tienen herrajes muy fuertes ensamblados en fragua y, como base, una copa o panza en ladrillo revocado. Al igual que en la iglesia de Santa Bárbara, hay algunas casas que tienen arriba, en la base de los techos, vigas o tirantes en madera con decoración de lazo.

Tomo fotos a la iglesia de San Francisco y entro al Colegio del Sagrado Corazón que tiene un patio muy bonito. La iglesia de San Juan de Dios se caracteriza porque su torre es ovalada y está en la mitad de una cuadra.

Detrás de la iglesia de la Inmaculada Concepción está la Plaza de Bolívar también llamada Plaza del Tamarindo.

Y de nuevo me extasío admirando la estatua de la libertad. Bellísima, en lo alto de un pedestal y en el centro de la Plaza de San Carlos o de la Libertad,  con pedazos de cadena atados a sus muñecas y blandiendo una espada victoriosa. En el pedestal se lee la frase de Simón Bolívar: ‘Si a Caracas debo la vida, a Mompox, le debo la Gloria’.

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Plaza de la Libertad.

Continúo mi recorrido conociendo el interior del colegio Pinillos. Muy hermoso! Tiene arcos que proyectan la luz del sol sobre el piso y unos salones amplios en el segundo piso, en donde los jóvenes de uno y otro sexo me piden que les tome fotos, aprovechando la hora del recreo.

Después paso al Cementerio, muy bonito, sobre todo adelante en donde se enterraba a los ricos o familias nobles, pues los pobres eran sepultados detrás de la capilla. Hay mausoleos muy decorados como los del General José Hermógenes Maza y la Marquesa Victoria Torres de Méndez. Aquí, como en el camposanto de París, se ven gatos que se multiplicaron, luego que alguien llevó el primero, a la tumba de Víctor Gato Serrano.

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Arcos del Colegio Pinillos.

En Mompox casi nadie fuma, la gente es poco afín a la moda, se usa mucho la bicicleta y sin cambios, tanto como medio de transporte como herramienta de trabajo, para vender bollo de maíz o leche o  pasteles.  No hay casi salas de belleza, lo cual es otro síntoma de cómo se conservan las costumbres más primitivas y no tiene influencia de una gran ciudad cercana, como sí ocurre en Santafé de Antioquia.

A las jóvenes no les dá pena trabajar vendiendo algo por las calles. Las tertulias en las aceras de las casas son muy comunes. Desde las nueve de la noche ya el pueblo está dormido y hay poca gente en la calle.  La vida es barata: los jugos, los almuerzos y la mototaxi a $ 600 la carrera.

Antes del medio día voy a empacar mi morral al hotel, para regresar a Magangue. Aún sin almorzar cogí un taxi colectivo que por $ 6.000 me llevó hasta La Bodega.

En el camino me entero que el Ferry zarpa a las dos de la tarde y no a la una como yo creía. Entonces decido hacer la travesía en chalupa por el río, por $ 5.000 y sin tener que esperar hasta tan tarde. De todas maneras la nave no salió ahí mismo sino hasta cuando se completaron los 13 pasajeros del cupo.

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Cementerio de Mompox.

El viaje por el Magdalena es muy agradable y no parece peligroso, aunque de todas maneras yo fui el único que al subirme a la chalupa, se puso el chaleco salvavidas.

En 10 minutos estuvimos en Magangué, llegando directamente al frente de la iglesia principal, que es bonita y lo más destacado de este puerto sobre el río Magdalena. Definitivamente lo mejor para ir o regresar de Mompox, es hacer el recorrido por el río, no en Ferry, sino en chalupa, directo Magangué-La Bodega.

Almuerzo con bagre frito y después salgo en medio del calor de las dos de la tarde hasta el parque principal, en donde se preparaban para presentarse, las Bandas Marciales de algunos colegios locales y de pueblos vecinos.

Un poco tarde descubro el sitio internet que tiene aire acondicionado y en donde hubiera podido pasar un rato muy fresco, si lo hubiera descubierto tan pronto estuve en Magangué.

Por $ 60.000 compré el tiquete para viajar directo a Medellín, en Rápido Ochoa. El bus un poco viejo y no muy cómodo. Menos mal solo colocaron una película.

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Venta de leche puerta a puerta.

Pero el bendito conductor se demoró más de la cuenta tanto en Sincelejo como en Planeta Rica. Y como el acceso al bus es por una puerta diferente a la del conductor, eso permite que no se dé ninguna comunicación entre el chofer y los pasajeros.

Total en las paradas uno no sabía cuánto tiempo se iba a demorar, en qué lugar nos encontrábamos o a qué hora aproximada llegaríamos. Aquí todavía no hay respeto por los viajeros, que son transportados como si fuésemos bultos de papas.

Menos mal no tuvimos contratiempos durante el viaje y solo llovió antes de Yarumal. A las cuatro de la mañana tras 12 horas de viaje desembarcamos en el Terminal del Norte, donde tomé el primer Metro del día.

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

3 comentarios en «Mompox (Bolívar) 1/2.»

  • el 2 junio, 2015 a las 12:27 am
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    Qué bonita crónica de viaje de una ciudad donde el tiempo se detuvo, de una ciudad que no cesa de sorprender cada que uno la vista. Por algo fue nombrada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad el 6 de diciembre de 1995. Con tu crónica uno regresa a caminar por ella y a reencontrarse con tanta riqueza arquitectónica y tanta historia. Excelente tarjeta de invitación para que la visite quien aun no lo ha hecho, en ferri o en chalupa, el Magdalena lo prepara para la belleza que se va a admirar. Semana Santa o los primeros días de diciembre son fechas para las cuales Mompox se engalana para el visitante;, qué bueno que todos, siquiera una vez en la vida la visitáramos. Mompox, como el primer amor, nunca se olvida. Gracias por esa crónica de viaje y esas fotos tan bonitas, hoy cuando comienza junio.

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  • el 17 septiembre, 2021 a las 11:27 pm
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    Que buen relato. Pasamos de Sucre a Bolívar, dos departamentos con lugares magníficos. Me gustaron mucho las iglesias del lugar. Espero que los momposinos sepan cuidar su patrimonio. Con lo del transporte usted tiene razón, me ha tocado viajar en uno servicios supuestamente profesionales, pero a la final no respetan a los clientes.

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