Saladoblanco (Huila).

Jueves 8 de junio de 2017

Al sur del Huila y cerca a Pitalito hay una ‘Y’ que divide el camino: a la derecha para Oporapa y a la izquierda para Saladoblanco.

Apenas comienza el ascenso se ven los dos pueblos: Oporapa más extenso que Saladoblanco. Pero en realidad éste último tiene más área que Oporapa.

En la Y me recogió un planchón mediano, en el cual tuve que viajar de pie pero bien sostenido de la barra delantera.

Debo agarrarme con fuerza en las curvas y voltear la cabeza de acuerdo a la posición del sol canicular. Menos mal apenas son diez minutos hasta el centro del ‘Jardín Florido del Huila’.

Población apacible.

Me gusta Saladoblanco, un pueblo plano y aseado. En el centro del parque hay una inmensa ceiba con melenas que cuelgan de las ramas y me permiten enmarcar el frontis de la iglesia antigua y de una sola torre.

Cuando entré al templo me impresionó su profundidad: como 60 metros desde la entrada hasta el fondo. El cielo raso en madera es más lo que le resta que lo que le agrega.

La plaza de Saladoblanco es amplia y agradable. En moto subí hasta el Colegio desde el cual se logra una excelente panorámica del municipio.

Al bajar a pie, me detuve frente a una casa con bello huerto, no tanto para fotografiar las flores, sino para felicitar a la señora que cultiva las plantas. Un jardín hermoso y variado.

Una moto me regresó al Banco Agrario que, en estos pueblos es la única entidad financiera y se mantiene llena de clientes.

Un tinto en la panadería cercana en donde un maestro instruía a los empleados sobre la manera creativa para decorar las tortas.

Salinas.

Anteriormente Saladoblanco tenía como actividad económica importante el comercio de la sal, en las fuentes de la vereda Las Pitas, de donde viene el nombre del municipio.

En la Alcaldía saludé a funcionarios amables. El encargado del Turismo y las Tics se mostró muy interesado en mi blog y quiso una foto para el recuerdo con sus compañeros de oficina, en el balcón del Palacio Municipal.

La mayoría de las empleadas son jóvenes, agradables y bien preparados.

Anduve por la Casa de la Cultura y el edificio antiguo del Colegio. A esta hora los más jóvenes ensayan con instrumentos de viento.

En los pueblos las Bandas de Música son una buena oportunidad para que los muchachos aprendan capacidad de logro, disciplina, trabajo en equipo. Muy bien.

Me cuentan que los principales atractivos turísticos de Saladoblanco son las estatuas de Morelia, tan importantes como las del Parque Arqueológico de San Agustín. También hay aguas termales en esa vereda.

Cascada Bordones.

El Salto Bordones, de tres cuerpos, y con agua que baja por un cañón de rocas, es también un destino de naturaleza muy visitado por los turistas que llegan a Saladoblanco.

A las cuatro de la tarde abordé una buseta de TransLaboyano que me dejó en el cruce para Oporapa.

Me dá golpe el comentario que hace un campesino cuando pasamos por cafetales con los frutos amarillos, próximos a convertirse en cerezas:

‘Ya se ve cafecito naranjeando’.

Y es que Saladoblanco vive también del cultivo del café. En el viaje de regreso pasamos por un mar de olas verdes dentro de las cuales los chapoleros recogían los frutos.

Vale la pena mirar hermoso video con dron, de Granangular Colombia, que muestra la Laguna El Dorado, un espejo de agua en medio del ombligo del bosque.

Un lugar único que invita a la meditación y el éxtasis.

https://www.youtube.com/watch?v=LTnwWWB2pk4

La alcaldesa de Saladoblanco hasta el 2019 es la señora Zuleima Peña Valenzuela.

Acá habitan en total 10.000 saladeños, 2.000 en el pueblo y 8.000 en las veredas.