Sibaté (Cundinamarca).
Sibaté (Cundinamarca).
Sábado 27 de febrero de 2016
Sibaté es la locura.
Hace años uno asociaba a Sibaté con ‘el manicomio’ que, aún existe en el municipio y que ahora se llama Hospital Mental o mejor aún, ‘Centro de Asistencia y Protección’.
Hay dos secciones, una para hombres y otra para mujeres.
Los dos centros están ubicados contiguo a la Escuela de Suboficiales de la Policía, Gonzalo Jiménez de Quesada que también se asienta en predios de Sibaté.
Hoy ‘Sibaté es la locura’, como dice el slogan con el cual se promueven las fiestas que a fin de año se celebran en el municipio.
Las de este año serán especiales, para celebrar las Bodas de Oro: en 1.967 Sibaté se segregó de Soacha.
Son millares los sibateños que duermen en el pueblo y trabajan en Bogotá. Al fin y al cabo les toca pagar solo $1.600 por el pasaje hasta el centro de la capital colombiana.
En el bus que tomé en Soacha, conversé con un señor jubilado que viene desde el norte de Bogotá hasta el Alto de San Miguel, más allá de Sibaté, a comprar la carne para la semana.
Mientras que en Bogotá el kilo de carne cuesta $9.000, en el Alto se consigue de mejor calidad y con mejor corte a solo $5.500.
Así que a mi amigo se le justifica el viaje y, por ahí derecho da el paseo hasta el Alto de San Miguel, por donde hay muchos restaurantes y estaderos. Los domingos es el sitio para ir a almorzar en familia.
Cerca de Soacha en el punto llamado Chuzacá, está el desvío sobre la izquierda que lleva a Sibaté, a solo seis kilómetros de la vía principal.
La carretera transcurre por un bello sector, bordeando la laguna del Muña. Desde el páramo de Sumapaz baja el río Aguas Claras que surte el acueducto sibateño y la represa del Muña.
Cerca al casco urbano está la Casa de la Cultura en lo que antes fue el centro de la hacienda Aguas Claras.
Un caserón inmenso de corredores en derredor, lo más hermoso. Qué buena sede para la actividad cultural tiene Sibaté.
Ya en el centro fotografío la Alcaldía de Sibaté que se ubica en el sitio donde antes estaba la Estación del Ferrocarril.
Se llamaba ‘Estación Santa Isabel’, luego fue una escuela, después la cárcel y ahora el Palacio Municipal.
El alcalde actual de Sibaté, hasta el 2019, es un hombre joven llamado Luis Roberto González Peñalosa.
Mirador La Inmaculada
Por $5.000 contraté a un señor formal que me llevó en su automóvil de muchos años a observar el casco urbano de Sibaté desde el barrio La Inmaculada.
En lo más alto, hay una Cruz y excelente atalaya para observar hacia el valle.
Se ve muy bien todo el casco urbano y parte de la laguna del Muña. Acá es donde uno se da cuenta del crecimiento acelerado que ha tenido Sibaté en los últimos años.
Muchos bloques de apartamentos, canchas de fútbol pero también cultivos de papa, fresa y maíz que dibujan una mancha verde sobre el horizonte.
Al igual que en la sabana cundi-boyacense, hacia el sur, los cultivos en invernadero, también han manchado el paisaje con el plástico que cubre los sembrados.
Restas y sumas.
Cerca a Sibaté hay algunas fábricas como la de Lencería Konkord y la de calzado Brahma.
Y la de Eternit que para Sibaté ha sido más restas que sumas.
El asbesto, material con el cual se fabrican las tejas, es un elemento cancerígeno que ha matado a muchos obreros en Sibaté.
Regresé al centro del municipio a contratar otro transporte que por mil pesos me arrimó hasta el túnel, un paso subterráneo de la carretera antigua que va para Fusagasugá.
Se construyó en 1.929 para dar paso al ferrocarril y posteriormente sirvió para que pasaran los carros hacia Fusagasugá, por la carretera
departamental.
Llegué directo a Chuzacá en una buseta que venía de Fusa.
Seguiré a Granada, municipio vecino de Sibaté.
Acá viven en total 31.000 sibateños, 21.000 en el pueblo y los diez mil restantes en el campo.