Un viaje por Casanare: ¡Como de Reality!

Domingo 1º de julio de 2018

La buena hora de Casanare.

Casanare se está poniendo de moda. Y no es para menos, es un departamento tan hermoso como desconocido, por el que anduve el año pasado y regresaré a fines de enero.

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Foto tomada de Fontur.

Esta semana, el vice-ministro de Turismo Juan Pablo Franky publicaba en su cuenta de Twiter:

En Casanare los visitantes pueden practicar Turismo de Naturaleza y de Cultura. Algunos destinos imperdibles en la región son: San Luis de Palenque, Aguazul, Orocue, Yopal, Maní, Paz de Ariporo, Pore, Monterrey, Tauramena y Villanueva.

Usted amable lector, seguramente ya conoce el Eje Cafetero, La Guajira, Santander… qué le falta: Casanare.

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Mapa Zonu.

En un bus para 18 pasajeros viajé desde Yopal hasta Orocué. El pasaje cuesta $35.000 para siete horas de camino en un carro con aire acondicionado, menos mal.

La mayoría de los pasajeros que van en la buseta casi todos se conocen. Porque son habitantes del mismo pueblo, o porque estudiaron juntos el bachillerato, como Stephany,  Jorgito y un soldado que vienen a mi lado.

En el kilómetro 34 pasamos por La Yopalosa, como se llama el cruce para Nunchía y tres kilómetros más adelante donde está la imagen de la virgen, nos desviamos a la derecha tomando la vía pavimentada aún, que va para Trinidad y San Luis de Palenque.

Ave azul. (Javier Castro).

Paisajes inéditos.

Tres cosas admiré antes de terminar el pavimento: una isla de 50 árboles que sembraron en medio de la manga para que el ganado tenga dónde librarse del sol; un cerco de árboles a lado y lado de la vía como de tres kilómetros de largo y por último: algunas aves Corocora de color salmón, bellísimas que, con pasos acompasados se desplazaban sobre el pasto.

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Planicies y estero.

El vecino me explica lo que es un estero: esa que yo llamo isla en medio de la planicie. Un espacio con agua estancada, mucha vegetación y gran biodiversidad. Seguramente allí se reproducen especies de aves, reptiles, batracios y demás.

De resto por toda la zona predomina la maleza llamada ‘Colevaca’, que crece a placer y no tiene ninguna utilidad. O será que no se le han descubierto los beneficios. Porque además son miles, pero cuando digo miles, entiéndase millares de hectáreas donde crece la planta. Haga de cuenta un apéndice vacuno invertido, con los crespos arriba.

CV
Maleza cole-vaca.

Pensé que entraríamos San Luis de Palenque o Trinidad, pero nada, no hay pueblos en todo el recorrido de siete horas.

Mucha guachafita.

Delante de las partidas para Trinidad termina el pavimento. En ese sitio paramos para almorzar. Una chica se acomodó en el puesto de co-piloto que ofreció el conductor y ella me salió adelante.

En la parada le pedí que cambiáramos, pues ella ha estado durmiendo sin disfrutar de la panorámica que para mí es imprescindible. Al principio dijo que se cambiaría para mi silla con ventana, pero a la hora de la verdad se arrepintió.

Lo bueno fue que los que vamos atrás, organizamos una algarabía muy agradable liderada por Stephany, la chica de 26 años, muy animada y chistosa.

CC
Solo camiones de carga.

El señor que vende tinto en el parque de banderas de Orocué lleva dentro del bus ocho pollitos en una caja. En algún momento se salieron algunos animalitos y claro, al dificultarse el rescate de las aves, todos hicimos fiesta: pio, pio, pio…

Un llanero de verdad.

En las partidas se subió al bus un vaquero auténtico, con su apero y soga a la mano, más ‘el maletero’ donde lleva la carpa, el chinchorro y la cobija para dormir en cualquier parte del hato. Porque según me contaba el jinete, trabajan 50 días seguidos en esas haciendas inmensas y solo después de ese tiempo regresan para estar unos días con su familia.

AC
Auténtico casanareño.

Me encantó conversar con ese trabajador de vaquería tan auténtico y fotografiarlo con su sombrero negro de dos borlas pendientes, el cuchillo al cinto y los aperos listos.

En los Llanos Orientales, cada vaquero lleva sus elementos de trabajo y dormida. Ahora en invierno les toca duro porque se la pasan mojados, así vayan cabalgando.

También me contaba el llanero que una de las labores que realizan es la de capar terneros, pero ahora en invierno no lo hacen porque con la humedad es más probable que la cortada se ‘engusane’.

HG
Bestias en hato ganadero.

‘Herrar’ es marcar con hierro al rojo la piel de las reses. Otra labor es la de cortar las orejas a las vacas para colocarles una tableta plástica con el correspondiente número impreso.

Mi amigo se bajó en la hacienda Matabrava de la vereda Santa Ana. Le seguí los pasos para averiguar si es  posible dormir en una de esas haciendas. Como dicen los Millenials: ‘me sueño con’ disfrutar del atardecer y la amanecida, observando las aves en la madrugada y los colores del sol al atardecer.

NT
Oscureció en el camino.

El Hato donde se quedó el vaquero está cinco minutos después de donde termina el pavimento y se distingue por una entrada para peatones hecha con palos en U.

Un contratiempo.

A la una de la tarde tuvimos un percance. Como la carretera es destapada y con tantos huecos, en una caída se reventaron dos hojas de la suspensión trasera derecha. Hum, y ¿ahora? Olvidé comprar algo de proteína por si una varada. Ojalá no tengamos que dormir dentro el bus.

VL
Varada en medio de la llanura.

Menos mal en menos de una hora el conductor con su ayudante logró reparar el daño metiéndole un tubo al muelle, no sé cómo lo hizo. De todas formas, muy recursivo el hombre, a estos choferes que viajan por carreteras destapadas les toca salir adelante como sea. En la ciudad, el ‘profesional del volante’ simplemente espera a la sombra, hasta que venga la grúa-taller, y listo.

Total que en 40 minutos volvimos a arrancar y pedí un aplauso para el conductor que se comportó como todo un Mac Giver.

Mirada desde el interior.

Varias cosas me han impresionado en esta región: Una: ¿por qué no siembran árboles? Con temperaturas tan altas y difícilmente se encuentra una sombra. Son terrenos inmensos donde se podría cultivar algo.

PI
Planicie interminable.

Otra cosa: contrario a lo que ocurre en casi todas las veredas, por aquí casi no se ven motos. Tal vez por el hecho de que las distancias son tan largas y los lugares inhóspitos. Por acá el caballo sigue vigente. Tampoco circulan muchos autos particulares, más que todo transporte público.

Lo tercero: casi no hay viviendas. Transcurren kilómetros y kilómetros sin que aparezca un residente.

Y cuarto: las hermosas aves grandes de plumaje blanco y cuello negro llamadas gavanes. Son preciosas, pero lo más impresionante es verlas volar, parecen un avión jumbo desplazando con calma y esfuerzo ese cuerpo tan pesado.

JC
Escultura de Javier Castro.

También vi pasar un ave extraña, de plumaje verde y blanco, muy particular. En fin que por los llanos se aprecian especies tan raras como bellas.

Se alcanzó a ver ahora un caimán llanero con la boca abierta, asoleándose al lado de su laguna.

CA
Camión atascado.

El paisaje hacia Orocué a veces se vuelve monótono, pues solo se ve hierba y planicies con muy poco ganado que muestra las costillas. Y es que según me explicaba un vecino,  por las lluvias no falta alimento, pero la hierba que consumen no tiene suficientes nutrientes.

Otro infortunio.

R
Restaurante.

Más delante de nuevo la varada: comenzó a sonar mal una llanta. Quise ser pesimista, pero me ganó la fe en ‘Mc Giver’. En 20 minutos los conductores volvieron a reparar la avería, con la ventaja que esta vez no apagaron el aire acondicionado mientras trabajaban.

Como todos estábamos hambrientos y sedientos, paramos en el ‘Restaurante Llano y Sabana’ pero no había nada para consumir, solo una foto mía al pie del aviso.

En cambio más adelante, donde la señora Ascensión, ahí sí encontramos mecato y gaseosas que compartimos los de la parte trasera del bus. Ya somos amigos y seguimos chacoteando por todo.

Nos reímos harto porque el señor que traía un paquete de panes, para su desgracia en bolsa transparente, se pasó para el carro de un amigo y se llevó la parva por la cual tanto lo habíamos molestado y mendigado.  Otro motivo de risas y fiesta en las últimas sillas.

PT
Poco tráfico.

Ahora lo mejor es el aire acondicionado del bus. Qué comodidad en medio de esta planicie cálida e interminable. A lo lejos se ve una Compañía Petrolera, de vez en cuando pasan carro-tanques, pero no tantos como los que se veían yendo para Cabuyaro en el Meta.

A las cinco de la tarde, qué maravilla, llegó otra buseta vacía que mandaron para que nos recogiera, pues en la que venimos en cualquier momento puede fallar.

Eh, qué maravilla de servicio, nunca lo hubiera imaginado. Qué en la ciudad venga otro bus a socorrernos, está bien, pero en estas lejanías y por estas carreteras…

HN
Hermosos nidos.

Veinticinco minutos antes de un puente amarillo pero pequeño, fotografié un conjunto como de doce nidos lo más de hermosos, pegados a un árbol mediano.

El puente en mención está 40 minutos antes de llegar a Orocué. Los últimos 15 kilómetros fueron viendo correr el agua por un caño que baja a la derecha de la carretera.

PO
Malecón de Orocué.

Hasta que por fin, a las 6.50 tras nueve horas de viaje debido a las varadas, al fin pudimos estirar las piernas en la plaza central de Orocué.

Un viaje duro pero inolvidable. Que se repita.

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

4 comentarios en «Un viaje por Casanare: ¡Como de Reality!»

  • el 16 enero, 2019 a las 9:30 pm
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    Siempre admiro la manera tan humana como haces los viajes: creando relaciones con todos en los medios de transporte y en los pueblos.
    Me gustaron también las cuatro observaciones que haces con mucho sentido de observación y crítico. Y el oportunismo de publicar esta entrada del blog después del pronunciamiento del ministro de turismo… … Qué bien.!

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    • el 17 enero, 2019 a las 8:46 am
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      Gracias hermana, sí, el contacto con las personas es lo que más disfruto en los viajes y tantos recorridos hacen que uno se vuelva más observador. Un abrazo.

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  • el 4 febrero, 2021 a las 4:36 pm
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    Muy buena su crónica, me quedé leyéndola. Solo quería saber algo de Trinidad y buscando y buscando encontré esta historia suya que me divirtió y me abrió la imaginación para escribir mejor una crónica sobre Trinidad. Gracias a sus fotos puedo imaginar lo que es esa parte de Colombia.

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    • el 4 febrero, 2021 a las 5:21 pm
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      Gracias Lina por su apreciación. La crónica sobre Trinidad ya le tengo programada para el 18 de febrero. Saludos.

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