Algarrobo (Magdalena).

Domingo de pascua 27 de marzo de 2016

Un señor de muchos años fue el elegido para transportarme de El Copey a Algarrobo.

Me pareció oportuno elegir un moto-taxista que peine canas, por aquello de la seguridad, pero por la misma razón el sesentón resultó no ser el más indicado, pues a esa edad ya se ha perdido un poco la habilidad para conducir.

La ventaja es que vengo sin morral, lo recogeré en el hospedaje cuando regrese de Algarrobo.

De todas maneras no estuvo mal, anduvimos primero por pavimento y luego por un camino paralelo a la vía férrea, hasta llegar al municipio magdalenense de Algarrobo.

Sobre la Ruta del Sol hay ventas de frutas y verduras: ñame, yuca, mandarinas, limones y mangos están a la vista de los pocos turistas que en esta época de temporada baja pasan por la troncal.

En un cruce de los rieles nos detuvo el tren carbonero.

Como cuatro minutos viendo pasar vagones y vagones hasta que por fin se terminó el ferrocarril que va para las minas del sur, cerca de La Jagua de Ibirico.

Al llegar a Algarrobo le pagué a don Carlos $12.000, y procedí a fotografiar el pueblo.

Me impresiona cómo en Algarrobo casi ninguna calle está pavimentada. Menos mal hasta el 2019 regirá los destinos de este pueblo una mujer: la señora Maribel Andrade Zambrano.

Este municipio tiene en total 12.000 algarroberos,  8.000 en el centro y 4.000 en las veredas.

La plaza es muy grande, con el edificio de la Alcaldía a un lado y en otro, el templo católico.

Un Corazón de Jesús arriba de la fachada, mantiene los brazos abiertos en señal de dominio del territorio.

Un palo de Lluvia de Oro decora la plaza, que tiene a un lado una tarima permanente con cubierta en forma de platón.

Lo bueno fue que encontré un corresponsal bancario de Bancolombia, en donde recargué la billetera.

Luego averigüé por el transporte hasta Fundación o hasta la carretera troncal, pero el chofer, como es normal en la costa, no se compromete con una hora.

Por eso perdió dos pasajeros que esperaban el momento de partir y los recogió luego un amigo en su auto. Y me perdió también a mí.

Allí en la ‘oficina’ de transportes había una señora con un loro en el hombro. Según ella el ave está muy bien educada porque

‘llega la noche, y dice: Buenas Noches, le doy el desayuno y dice ‘Gracias’.

Cuestiones macondianas, que no faltan en cercanías a Aracataca.

Lo que sí es muy rico es el tinto de $200 y las papas de $500 que venden por acá. Qué suavidad de fritura, cuánto sabor y con buena cantidad de carne molida. Me encantaron.

Y sí hay que reconocer que, a pesar del polvo en las calles, las casas de Algarrobo se ven ordenadas.

Fotografié una en donde la señora sembró hace años los árboles que ahora dan sombra y refrescan la entrada a la vivienda.

Anduve por la calle principal, en tierra, pues por allí debería salir cualquier carro que fuera hacia la troncal. Ya habían pasado dos que no abordé, pero luego apareció un auto Mazda L con una pareja y dos hijos que van para Villanueva (La Guajira).

Les puse la mano y me senté en el único puesto disponible.

Una familia muy amable, y un señor muy animado. Lo mejor fue cuando les mostré en mi celular las fotos de Villanueva, su tierra natal, que subí al blog y al momento reconocieron la iglesia y demás.

Durante el recorrido el conductor colocó música muy agradable: primero rancheras de Vicente Fernández, interpretando canciones como ‘Bohemio de afición’, y luego otras de Alcy Acosta, que son las mejores melodías para escuchar mientras se viaja.

Esto hizo que nos hiciéramos muy amigos durante el recorrido hasta El Copey, a donde llegué con mis compinches a recoger el morral en el hospedaje, para continuar con ellos hasta Bosconia por $10.000.

Este fue un día de suerte, qué bien.