Apía (Risaralda).
Miércoles 6 de mayo de 2015
Llegué a Apía (Risaralda), en un Camión Misubishi que me trajo de Pueblorrico. Un viaje encantador, conversando con el conductor sobre sus trabajo y aventuras.
Lo primero fue pedir por celular el servicio de una moto-ratona que acá cobran por cupo, a mil pesos. Es decir no son viajes exclusivos, sino que van recogiendo pasajeros, de acuerdo a la ruta y los pedidos.
Este medio día cuando pasé hacia Pueblorrico, viendo desde abajo la forma tan especial de la iglesia, pensé que se trataba de un pueblo modesto y sin gracia. Pero no. Ahora me doy cuenta que aunque no es plano, sino muy inclinado, Apía tiene su gracia.
Lo que más me impresionó fueron los ringletes o visos hechos por Edgar Correa a partir de ruedas de bicicleta. En la parte de debajo de la plaza se ven sobre unos pocillos grandes.
Pero también decoran los andenes de la iglesia y la alcaldía. Están por todas partes del pueblo, y ya los había visto en una foto de Internet que consulté anoche.
En Apía también hay detalles arquitectónicos interesantes. El edificio de dos plantas de la alcaldía lo
restauraron y le hicieron ventanas en madera, al estilo de la colonización antioqueña, tal vez exageradas, pero de todas maneras bonitas.
En el parque hay tres astas con banderas coloridas, un kiosco decente y la escultura poco pulida de una mula y su arriero dormido sobre la carga.
Me gustaron las dos palomeras en forma de casas típicas que observé en el parque.
Da la impresión que acá han respetado más las construcciones típicas de la Arquitectura de la Colonización Antioqueña.
Muchas edificaciones son de dos plantas y conservan la mampostería en madera, tanto en el segundo como en el primer piso.
En otras plazas, para hacer locales comerciales, reemplazan sin consideración las puertas del primer piso, por rejas metálicas.
Dos placas en bronce de buena calidad que hay en el parque, rinden honor a la Raza Antioqueña y a la Raza Indígena.
El templo está bien. Con arcos ojivales y una cubierta muy alta, se ve bastante sencillo.
Subí al atrio, a través de una rampa, para no ascender por escalas, y estuve conversando con un sacerdote joven de sotana blanca.
Desde esa atalaya se ve parte del casco urbano de El Santuario, allá al fondo y en lo alto de la montaña.
Bajé a pie hasta la estación de servicio por donde pasan los buses que vienen del Chocó y continúan hacia La Marina y La Virginia.
Apenas dieron paso por la vía, se me fue un bus que bajó en ese momento.
Pero valió la pena, pues subí a la terraza que arrendó Edgar Correa, en un predio muy vistoso. No me hubiera perdonado dejar a Apía sin conocer a este artesano y hombre cívico.
Durante un rato estuve escuchando al hombre que, con orgullo me estuvo exponiendo sus interesantes teorías.
Edgar es un defensor a rajatabla de la naturaleza, ha estudiado muchas técnicas tendientes a la conservación del medio ambiente, como los talleres que hizo en Los Llanos con el SENA, para producir gas metano como combustible, a partir de desechos orgánicos.
Mi amigo cuenta que arriba de Apía hay un sitio llamado El Zarzo, desde el cual se lanzan parapentistas que hacen vuelos muy interesantes sobre Viterbo y El Santuario.
Edgar se ha ganado la confianza de sus coterráneos, no de manera fácil, sino luego de insistir, trabajar y crear.
Al principio a las hélices que fabrica las dañaban, no las trataban bien y ahora incluso lo llaman para avisarle cuando una de esas ruedas no se mueve. Ahora han pasado a ser parte del paisaje de Apía y poco a poco la gente se ha ido enamorando de sus decorados eólicos.
Decía Edgar que ‘lo importante es crearle al pueblo una identidad por algo’ y sí, tiene toda la razón.
Cuando yo le conté a mi amigo la manera como en Guadalupe, decoran las fachadas de las casas, con matas de jardín, idea que el también le ha propuesto al alcalde de Apía, Edgar dice algo que me impresiona:
- Sí, el jardín en una casa, muestra la armonía que hay dentro de ese hogar -.
Apía, al igual que Risaralda en Caldas, también es llamado con razón: ‘La Colina del Viento’. Sobre todo por las tardes, ventea mucho y por eso las hélices que fabrica mi amigo, siempre están en movimiento. Edgar sueña con generar energía a partir de sus bisos.
También tiene en las afueras del pueblo una granja autosuficiente y ahora quiere colocar un restaurante en esta terraza, cerca de la estación de servicio, por donde circulan los buses del Chocó.
Al fin, a las 5:15 dieron paso y salió un muchacho en un campero que por $2.000 me bajó a cierta velocidad, hasta La Marina.
Al llegar a las partidas para El Santuario, en ese momento salía un chivero que en 12 minutos me subió a mi nuevo destino.
Este próximo fin de semana se celebran en Apía los 133 años de fundación. Las fiestas van estar muy concurridas.
El alcalde de Apía hasta el 2019 es el señor Jorge Humberto Arboleda Hincapié.
Acá viven en total 17.000 apianos, 7.000 en el pueblo y los diez mil restantes son campesinos.
Soy de Manzanares y me encantaron los comentarios sobre el pueblo.
Sigo muy contento leyendo sus notas sobre los hermosos municipios de Colombia los cuales describe con mucho interés y con una forma que agrada a los lectores. Sus cortos y agradables detalles de los pueblos es lo que realmente interesa. De nuevo mis sinceras felicitaciones.
Gracias Darío, me alegra que disfrutes de mis relatos. Saludos.
Hola yo soy d Apia y me encanta la información y las fotos q han puesto en esta página los paisajes son maravillosos y la gente muy especial….. besitosss?????
Me alegra saber que le gustó el relato, saludos.
Estaba yo el pasado fin de semana en el Parque Principal de Santa Fe de Antioquia y usted me entregó el papelito de su blog. Me encantó por la manera coloquial, amena y simple como hace sus relatos
Soy de Apía y solo debo hacerle una corrección: los vuelos en parapente desde El Zarzo llegan a territorio de Santuario (y no de La Virginia, que es un municipio muy pequeño en extensión) y a Viterbo – Caldas), y no a Santa Rosa de Viterbo, que es un Municipio de Boyacá.
Seguiré leyendo su historias. Repito: muy chéveres
Ya hice la corrección, gracias por sus observaciones. Saludos.