Carnaval de Barranquilla 2017
Carnaval de Barranquilla 2017
La Revoltosa.
En el bus en el que me desplacé hacia el norte de Barranquilla, converso con un señor amable, mayor que yo y de contextura delgada.
El hombre me cuenta que es miembro de la ‘Cumbiamba La Revoltosa’, una agrupación que tiene 61 años de existencia.
‘Yo soy el que porto la bandera y voy alante’. Cuando digan: ahí viene La Revoltosa, ahí yo voy’,
Me cuenta orgulloso el paisano.
Por mi amigo me entero que este sábado de Carnaval hay tres desfile diferentes, pero a la misma hora: el de la Vía 40 con la Reina del Carnaval; el de la carrera 44 que también tiene su reina y el de Simón Bolívar, en la calle 17 que preside el Rey Momo.
La Fiesta más grande de Colombia.
Sin regionalismos hay que admitir que, esta es la fiesta más importante de Colombia, ninguna otra es tan concurrida, ni tiene la suntuosidad y el embrujo, de lo que se vive en ‘curramba’.
Lo que más me llama la atención del Carnaval de Barranquilla, es la participación entusiasta de todas las clases sociales, de hombres y mujeres de cualquier edad.
Se trata de un espectáculo de ciudad, que durante varias semanas compromete y alegra a los barranquilleros y a todo el país.
Un taxi me arrimó hasta la carrera 76, en donde se interrumpe la calle 84. De ahí sí tocó caminar las cinco o seis cuadras, en bajada, que faltan para llegar a la vía 40.
Como siempre, hay muchas ventas de sopa de mondongo en grandes ollas, licor y chuzos de butifarra que los habitantes de estas residencias aprovechan para ganar algunos pesos en los días de desfile.
Ah, qué orgullo pasar derecho en los controles de acceso a la senda del desfile, gracias a la escarapela de ‘Prensa’ que llevo en el pecho.
Entiendo esto como la compensación que recibo a las publicaciones que cada año hago sobre el Carnaval y un premio a tantos gastos en pasajes hospedajes y demás gastos de un mochilero.
Batalla de Flores.
Este año no se hicieron presentes los artistas y miembros de la farándula ‘cachaca’ que siempre están arriba de las carrozas.
El desfile estuvo más corto, aunque las carrozas creo que sí fueron en igual número que en años anteriores.
En un grupo grande de personas vestidas de azul claro y blanco, con los mismos sombreros hombres y mujeres, desfilaron los barranquilleros de la clase alta.
Me llama la atención cómo la mayoría tienen piel muy blanca.
También las dos negras grandotas, sensuales y exuberantes que siempre marchan casi sin ropa y eso sí mucho ritmo y alegría. Dejan ver esos dientes blancos y sus curvas protuberantes.
Primero me dediqué a fotografiar las carrozas, la de la Reina Mundial Shirley Atehortúa con un un dispositivo que cambia la cara de una cumbiambera por la de un gorila.
Muy original esa instalación.
Pasaron los Congos, especialmente jóvenes encargados de preservar la tradición hacia el futuro.
Las Chicas Águilas, que en años anteriores eran como seis, este año fueron solo dos, muy estilizadas y de piel bronceada.
Me gustó mucho la carroza sobre la cual iban estas chicas, que representaba una marimonda en forma de equipo de sonido o, como los llaman acá, pick ups, tan característicos de la fiesta currambera.
Una comparsa muy aplaudida fue la que exhibía elementos propios del Carnaval de Venecia, en Italia.
Más adelante fotografié los grupos de cumbia, a ‘Simón Trinidad’ y ‘Steve Harvey, el presentador aquel que se equivocó al proclamar la Miss Universo.
No disparé insistentemente sino que me dediqué también a disfrutar del espectáculo.
Un buen rato estuve recostado y a la sombra de un gran poste que me permitía esquivar el sol y no tapar la visibilidad de quienes habían pagado por ver el evento desde el palco.
Cumbia, Porro y Vallenato.
Y no faltaron las cumbiamberas. Eso es algo muy bueno del Carnaval de Barranquilla, los grupos de danzantes que rinden culto a la Cumbia, nuestro ritmo original.
En todas las ciudades de Colombia deberían promocionar estos ritmos autóctonos: cumbia, porro y vallenato, como lo hacen los barranquilleros durante el Carnaval.
Algo muy positivo para destacar fue que este desfile sí estuvo como más organizado que los anteriores, comenzó a la hora indicada y al menos al comienzo, la policía controló muy bien la invasión de la senda del desfile que a veces invadían vendedores y espectadores.
Y la sorpresa fue cuando estando mirando el celular, me tomó del brazo un señor con la bandera de su grupo.
Claro, era mi amigo del bus quien me había estado atisbando por el recorrido. Me alegré mucho al verlo y claro, le tomé varias fotos.
Fue esta una fiesta espectacular, es admirable como todo el pueblo barranquillero se vuelca a las calles para ver la Batalla de Flores, y de qué manera los grupos asisten al Carnaval después de pasar semanas preparando, no solo los atuendos de colores brillantes, sino las danzas y el desfile.
Hacia las tres de la tarde un taxista amable me anduvo dos cuadras hasta cuando vimos venir un bus que, él mismo me indicó, me podría llevar hasta cerca a ‘mi casa’, después de bajarme en la carrera 21 con la Cordialidad.
Yo me divertí mucho al regreso, pues ir sentado y a la sombra era un gran privilegio, luego del sol tan fuerte que me tocó soportar hacia las 12 del día.