Contratación (Santander).
Jueves 16 de abril de 2015
La camioneta arrancó de Oiba al medio día. La conduce un joven, residente en Guadalupe, que quiere conseguir unos pesos para estudiar la misma carrera de su padre: Ingeniería Civil.
El muchacho fue muy amable, hizo varias paradas para que yo tomara algunas fotos. Casualmente hoy escucha la música en una USB que le prestó su papá de 57 años, puros vallenatos viejos, encantadores: ‘Anhelos’, ‘Ceniza Fría’ y, la mejor: ‘Celos’.
Qué paisajes tan hermosos los que se ven durante todo el recorrido de dos horas y media, hasta Contratación. Bosque natural muy fresco, vegas con pastizales verde claro, árboles casi todos atacados por mata-palos o engalanados con begonias floridas, y una recua de vacas a mitad de camino. Toda esa hermosura está complementada con el sol brillante de este día de verano.
La carretera transita por terreno más o menos plano. Solo se quiebra para bajar al río La Sirena y subir luego a Guadalupe.
Más delante de ese pueblo, vuelve a bajar, esta vez de manera más pronunciada hasta pasar el puente sobre el río Suárez que, transcurre embravecido, con aguas borrascosas y sucias, debido a las lluvias de anoche.
Al lado de este puente está el militar y colgante, de los años 50, creo, traído de Estados Unidos, según se lee en la placa impresa y oxidada que todavía conserva. Ese viaducto se mantiene en pie, ya sin tablas, pero adornado con trepadoras y flores silvestres que ascienden por las dos torres que sostienen los cables.
A partir del río Suárez comienza un ascenso muy empinado hasta el alto del Divino Niño, para luego descender unos cuatro kilómetros, todos con visita sobre la panorámica de Contratación.
A esta hora cuando los rayos del sol le dan directo, la iglesia se ve preciosa pintada de azul y todo el casco urbano.
Desde antes de llegar a Guadalupe, se empezó a ver el cerro de la Virgen María Auxiliadora que, de esta parte, se aprecia como una cumbre con crespos. Ahí detrás, me cuenta Oscar, está Contratación.
Del otro lado se ven la antena de celular, una cruz y la imagen muy grande de la Virgen.
Todos los años, el 23 de mayo, suben hasta el morro muchos peregrinos a rendir tributo a la Virgen Auxiliadora. Este año como que la fiesta va a ser sin igual y vendrá mucha más gente que siempre, pues la peregrinación será un sábado.
El ascenso de la carretera a partir del río Suárez es todavía más empinado y serpenteante, pero de una belleza extraordinaria, toda vez que por la tarde, el sol ilumina el frente por donde descendimos ahora.
Unos kilómetros antes del Alto del Divino Niño, comienza a verse el piso de tierra roja, la misma que se verá hasta llegar a Contratación.
Uno de los encantos de este viaje ha sido, escuchar las historias de un campesino de la zona, quien conoce a todos los moradores de las casitas que encontramos en el camino. El hombre, como de 60 años, tiene un tono de voz cantadito, de puro campesino santandereano, lo más de entretenido.
El compañero nos cuenta que Norberto Tavera es el dueño de la fábrica de chocolate por la cual pasamos y donde había un camión cargando el producto.
Y es que por esta zona hay muchos cultivos de cacao, que me recuerdan mi infancia en Santafé de Antioquia.
A las 2:50 me bajé cerca de la plaza principal de ‘Contrata’, como le dicen cariñosamente los contrateños a su pueblo. La torre de la iglesia, pintada ahora de azul se ve muy bella iluminada por el sol.
Lo mismo el colegio Instituto Técnico Industrial Salesiano, con Don Bosco en la fachada, el cual entré a conocer.
En el patio central algunos jóvenes ensayaban danzas; las niñas sí, muy elásticas, pero los muchachos, qué tiesos se veían.
Lo primero fue buscar habitación por $20.000, en el hotel ubicado en el marco de la plaza.
En seguida fotografié la iglesia que es pequeña y sencilla. Allí un hombre y seis señoras todavía con manto en la cabeza, rezaban el rosario y algunas jaculatorias que no había oído antes. El piso del templo tiene una baldosa antigua bonita, y el altar central es decoroso.
Desde el parque principal, se ve muy destacada, la capilla del Colegio Laura Vicuña. Luego subí un poco hasta el Parque Lleras, un tanto descuidado ahora.
Ahí al frente está el edificio Carrasquilla, que también existe en Agua de Dios, pues forma parte del Sanatorio de Hanssen. El Mazarello, es otro edificio en donde se trata a las mujeres enfermas de Lepra.
A propósito, a principios de 1.900, existieron en Colombia tres sanatorios para enfermos de Lepra: El de Agua de Dios que conocí hace un mes, este de Contratación, y el de la costa, ubicado en la isla Tierra Bomba, al frente de Cartagena.
‘La lepra no es una enfermedad ‘prendediza’. Todavía hay enfermos de lepra acá. Es un padecimiento tan viejo que, el Antiguo Testamento habla de los leprosos’, según me cuenta la señora del negocio en donde escribo estas líneas.
Y sí, algunos jóvenes creen que no conseguirán novio, si se sabe que nacieron en la tierra del sanatorio de Lepra.
‘A mí no me da pena decir que soy de Contratación, pero todavía hay gente que le da vergüenza decir que son de acá, dizque porque no les dan trabajo en ninguna parte’.
Esa también es la razón por la cual aún se ve un gran muro que rodea el casco urbano de Contratación. Esa tapia de tierra, fue como una muralla que se construyó para mantener cautivos a los enfermos.
A continuación contraté a un moto-taxista que me subió hasta cerca de la curva donde dobla la carretera que va para Guacamayo. La tarde está muy bonita, hay que aprovecharla.
Por $5.000, el joven me subió hasta el punto donde se aprecia una buena panorámica de Contratación. Y sí, tomé algunas fotos antes que oscureciera, pues ya se ven amenazas de lluvia por el oriente.
Después fotografié el monumento al Lazareto, la moneda que circuló en los tres municipios con sanatorio, cuando se creía que había que mantener a los enfermos aislados y a los sanos libres de contaminación. Por la anterior razón, a los hijos hombres de los pacientes de Hanssen, los enviaban a estudiar a Guacamayo, en tanto que a las niñas las educaban en Guadalupe.
Más adelante conocí una abogada joven y entusiasta por su labor con los enfermos de Hanssen. Por ella supe que el General Rafael Reyes, quien gobernó a Colombia entre 1.903 y 1.908, fue quien creó políticas de asilamiento de los enfermos de lepra.
En esa época, internacionalmente se consideraba a Colombia como un país de zona amarilla, por tener pacientes con esa enfermedad. Incluso las inversiones extranjeras se suspendieron y por eso el presidente Reyes se propuso concentrar a los enfermos en tres sanatorios estratégicamente ubicados.
La abogada me conectó con el profesor Carlos Sánchez Santamaría, su esposa y sus dos hijos. En el 2011, el profesor Sánchez Santamaría ganó el Premio Compartir al Maestro, como el docente más destacado de Colombia.
A Carlos lo saludé pintando en el taller y luego fui a su casa en donde me copió unos datos sobre Contratación y lo que ha hecho con los alumnos en el colegio. La semana entrante va para USA, invitado por una multinacional, gracias a sus logros como mejor profesor del país.
Qué bueno que destaquen la labor de un profesor que de verdad merece esa distinción, máxime que trabaja en un pueblo tan retirado como es Contratación.
Desde el 2004 Carlos Sánchez empezó a promover entre los alumnos, el estudio de Informática y las Telecomunicaciones, a pesar que le decían que era mejor que los estudiantes aprendieran mecanografía. Hoy sus discípulos hacen videos muy bien logrados, y algunos se especializan en sistemas.
El profesor Sánchez también ha trabajado bastante por fortalecer el sentido de pertenencia de los contratenses por su tierra.
Viernes 17 de abril de 2015
Desde ayer sabía que solo salen buses para Oiba, de madrugada o al final de la tarde. Así que tocó levantarme temprano para abordar el bus de Omega que, a las cinco de la mañana salió para Bogotá. Yo me quedaré en Barbosa, para lo cual pagué un pasaje por valor de $25.000.
Y claro, salimos cuando todavía estaba oscuro. Poco a poco fue aclarando y el paisaje apareciendo entre las penumbras, lo más de hermoso. No más por ver tantas bellezas, valió la pena la madrugada.
Ya por la carretera nos adelantó una moto con dos labriegos a bordo. Antes se veía a los campesinos recorrer estos caminos a caballo y con machete al cinto. Ahora viajan en moto y cargando la guadañadora. El modernismo, que facilita las cosas.
Toda la naturaleza se confabula para enseñarnos su belleza. Las plantas están frescas, de hojas brillantes; las aves dan pequeños saltitos mientras cantan, las mariposas revolotean entre las flores, las gallinas esperan frente al patio su ración de maíz, mientras el gallo las llama a la vista de algún insecto.
A las 9:30 llegamos a Barbosa, en donde continuaré el viaje hasta Landázuri.
Buenas tardes.
Soy de Contratación, Santander, así que tengo pendiente leer este reportaje.
Gracias,
Ah, muy bien Rocío, no postergue la lectura, le va a gustar. Saludos.