Guamal (Meta).
Domingo 15 de noviembre de 2015
Llegué a Guamal, antes de participar en las ‘Fiestas de las Cuadrillas’ en San Martín de los Llanos, el municipio vecino.
El bus Cimarrón en el que vine, ofrece servicio de WiFi a los pasajeros. En Colombia, ya casi todos los transportes para viajes largos, tienen conexión eléctrica debajo de la silla. Ahora es una necesidad tener dónde cargar los celulares.
Me cuenta el conductor que eso es posible, gracias a que el carro dispone de una planta convertidora de energía continua a alterna. Qué maravilla.
Cuando estuve en Guamal en el 2007, la iglesia lucía mejor, pintada de amarillo y verde. Ahora de color blanco únicamente, se destaca menos. Pienso que deberían pintarle los bordes con color contrastante, para que luzca mejor.
En aquella ocasión visitamos Guamal de noche, y nos sorprendieron con grupos de danzas folklóricas .
En los llanos hay mucho sentido de pertenencia por su música y demás manifestaciones artísticas. En casi todos los restaurantes a donde se llega, solo se escucha música llanera.
Guamal es un pueblo más pequeño que Acacías y con menos comercio que su vecino. Pero se ve agradable y acogedor. Tiene dos parques, uno al frente y otro detrás de la iglesia principal.
Diagonal al parque Laureano Gómez, está la Concha Acústica y el edificio esquinero de la Alcaldía.
Hoy quiero recorrer de día las calles de este apacible municipio meteño.
La mayoría de los guamalunos: 6.000, viven en el casco urbano; en el campo laboran 3.000, para un total de 9.000 habitantes.
El alcalde hasta el 2019 será el señor Cristóbal Enrique Lozano Caicedo.
La economía del municipio depende de la ganadería lechera y el cultivo de frutas. También se han adaptado Finca-Hoteles para recibir a los turistas. Allí no solo pasan la noche, sino que tienen oportunidad de conocer las labores propias de los hatos llaneros.
Uno sabe que llegó a Guamal, cuando ve sobre la carretera troncal, las ventas de frutas que hay a la entrada a este municipio. Ahora estamos en cosecha de sandías.
Viene muy bien el jugo de esos frutos para calmar la sed, en estas tierras de intenso calor.
Anteriormente la zona se identificaba por la cantidad de árboles de guama, que había a lado y lado del río.
Por dentro la iglesia de San Isidro está adornada con vitrales coloridos que llaman la atención a pesar de no tener muchos detalles.
En el parque principal, causa admiración el riachuelo bien decorado con piedras de colores y libre de basuras, que corre entre las bancas.
Todo el espacio público luce sombrío por los árboles gigantes, cubiertos de musgo. Sentarse en esas sillas tan cómodas, es una dicha para visitantes y lugareños.
De salida hacia la carretera troncal, paso por ‘Pantojarte’, una panadería en donde había panes de doscientos pesos, recién horneados y deliciosos.
Y saludo a ‘Palomo’, un caballo cochero que conduce el amo y su hijo, personas muy simpáticas.
Me encantaron el porte del dueño y su bestia.
A pesar de ser personas humildes, se ve que tienen un gran sentido de pertenencia al país y a sí mismos. Felicitaciones!