Quipile (Cundinamarca).
A mitad del tramo entre Bogotá y el límite occidental de Cundinamarca marcado por el río Magdalena, se encuentra el municipio de Quipile.
En lengua aborigen Quipile significa ‘fuerte o lugar superior’.
Viaje inédito.
Desde Vianí salí en una volqueta cargada con arena hasta el corregimiento La Sierra. Se trata de una Ford de las llamadas ‘Piragua’ modelo 1.978. La cabina es amplia y cómoda, y desde mi asiento se domina todo el paisaje que a esta hora es fresco y verde.
Como la volqueta va pesada, mi amigo maneja despacio, pero bien. La carretera es destapada y con buen piso de arena.
En los años 50 esta vía fue de gran importancia porque era la más apropiada para llegar desde el oriente del Tolima a la capital del país.
Al salir de ‘Cajitas’, durante buen trayecto se sigue viendo la panorámica de Vianí, allá abajo y a la izquierda.
Una singularidad limítrofe.
La Sierra es un corregimiento grande, con templo parroquial y abundante comercio. Lo especial es que como está ubicado en todo el filo de la cordillera, parte del pueblo pertenece a Bituima y la otra mitad a Quipile. Así que por la mitad de la calle larga y principal, estaría el límite. Nunca antes había visto algo así.
Más adelante se observa al fondo el municipio de Chaparral, un pueblo muy extendido que visité hace dos años.
Al pueblo se entra por una calle amplia con palmeras reales a los lados. Ahora es cuando me entero que para venir acá es mejor ubicarse en el sitio Los Alpes, más arriba de Albán y cerca a Facatativá. Desde la glorieta de Guayabal de Síquima es más trasmano.
Templo parroquial.
Quipile crece alrededor de una calle principal muy larga. A mitad de esa arteria están la iglesia parroquial de una torre, algo parecida a la de Sabaneta en Antioquia y ambas dedicadas a Santa Ana. Ahora están cambiando los techos y pintando el templo.
En la sacristía fotografié la galería de santos que permanecen guardados a la espera de la festividad de cada uno o de las procesiones de semana santa. Es una escena común en muchos templos parroquiales.
El Resucitado, el santo sepulcro, la Virgen del Carmen y otras imágenes ven pasar el tiempo haciéndose compañía.
Por los altoparlantes de la iglesia, que se escuchan en casi todo el pueblo, se está convocando a los interesados para una reunión en el salón del Concejo Municipal, en la cual se analizará el POT del municipio.
Y lo más especial es que aunque la torre de la iglesia tiene campanas con badajos, los toques son grabados y amplificados a buen volumen. Por supuesto que tienen buen timbre.
Centro Urbano.
También se ubican sobre la vía principal la Casa de Gobierno, de buen aspecto y el parque principal, más bien pequeño.
Al otro lado de la explanada, una plaza de toros improvisada permanece a pesar de la prohibición de las corridas taurinas.
Las fachadas de algunas viviendas las pintaron de tonos pasteles y de verdad que se ven muy bien.
Quipile tiene un comercio dinámico y su economía se basa en el cultivo de café, caña de azúcar y plátano. Más allá está Anolaima, municipio que ya he visitado.
A media mañana se llenó el pueblo de neblina y en seguida comenzó a lloviznar. Entonces reclamé el morral y me ubiqué en la acera de la Tienda TAT con banquita y resalto al frente, donde espero transporte para Los Alpes.
Esta vez mi anfitrión fue Jorge Rodríguez, un joven que hace recorridos llevando insulina a los pueblos del nor-occidente de Cundinamarca.
Aparentemente es un buen trabajo, lástima que no es permanente y a Jorge le pagan solo por viaje realizado.
Dos kilómetros antes de llegar a Los Alpes, está el poblado de El Trigo, el que da nombre al alto al que se llega antes de Facatativá, municipio ubicado a solo diez minutos de Los Alpes.
Alcaldes de Quipile han sido: 2016-2019 Pedro Luis Aponte Castro; 2020-2023 Nidia Cruz Ortega
Acá viven en total 8.000 quipileños, mil en el pueblo y los siete mil restantes en las veredas.
Fecha de la visita: Jueves 28 de septiembre de 2017.