El Rosal (Cundinamarca).
En la Provincia Sabana Occidente y a solo 20 kilómetros de Bogotá se encuentra El Rosal, un municipio que hace honor a su nombre por la cantidad de cultivos de rosas y otras especies que hay en sus alrededores.
Desde Facatativá el viaje dura solo 20 minutos, si no hay mucha congestión vehicular. A la salida para El Rosal, se pasa por la fábrica de lácteos Alpina.
Estudiante pilosa.
Durante el corto recorrido, estuve conversando con Milena, una chica de 17 años pero con la madurez de una de 25. En el colegio le enseñaron a hacer su Proyecto de Vida y, Milena tiene muy claro que estudiará Gastronomía, que es lo que le gusta. Mientras tanto asiste a clases de Puericultura para poder trabajar en un jardín infantil, mientras consigue el dinero para costear sus estudios de cocina.
Una buena noticia que dio Milena, es que entre los jóvenes parece que ya está pasando de moda decir palabras soeces y más bien optan por colocar sobrenombres a los compañeros de estudio.
A la chica lo de las ‘malas palabras’ no le impacta tanto como a mí. De todas maneras ojalá los estudiantes usen un lenguaje más limpio, por bien de la imagen que proyectan ante los demás.
Centro urbano.
‘El Jardín de la Sabana’ es un pueblo pequeño, pero ordenado y bonito. El parque está a un lado de la iglesia chiquita, que casi no tiene atrio al frente. La que parece ser la Casa Cural, luce un campanario atractivo.
Todo el marco del parque se ve muy bien cuidado, casas antiguas, plantas fértiles en las eras y, en la fuente del centro, varias rosas labradas en piedra, que recuerdan el nombre del pueblo y su principal actividad económica.
El resto de calles de El Rosal son corrientes, con almacenes y comercios de muchos avisos y mercancías casi afuera.
Lo que sí se destaca en este pueblo es el Coliseo tan grande que, ojalá se utilice en la misma proporción a su tamaño.
En los alrededores de El Rosal se asienta la Abadía Benedictina de Santa María donde los religiosos elaboran artesanías en madera.
Muchos restaurantes de comida típica y fritanga ofrecen deliciosos productos gastronómicos a los habitantes de la sabana. Un restaurante del sector conserva todavía el piso en ladrillo de barro cocido.
Cultivos de flores.
En El Rosal se cultiva maíz, arveja, papa, pero sobre todo: flores. Conocí a una señora humilde que trabaja en uno de esos cultivos.
La obrera cuenta lo difícil que es su labor por dos razones principales: los químicos que se utilizan y que afectan la salud de las señoras y el calor que se siente bajo los plásticos que cubren el sembrado.
A veces le toca trabajar incluso los domingos, porque si hay rosa para coger, toca sacrificar el día de la familia.
Mi amiga extraña su trabajo anterior, cuidando una finca en el departamento de Sucre, pues allá casi nada costaba dinero y entre los vecinos se intercambiaban plátano, yuca y demás productos. Fuera de que no había que pagar transporte. Allá se trabajaba más descansado y con menos vigilancia al centímetro, como ocurre en los cultivos de flores.
La señora se acuesta tarde y todos los días tiene que levantarse a las tres de la mañana, para hacer la comida para sus hijos y estar a las seis en punto en el cultivo. A veces le provoca regresar a su trabajo anterior, donde ganaba menos pero tenía más tiempo y tranquilidad.
Bueno, ya es suficiente por El Rosal, sigo ya para Subachoque, del que me dicen que es un pueblo muy bonito.
Alcaldes de El Rosal han sido: 2016-2019 Hugo Arévalo Pulido; 2020-2023 Gustavo Campos.
Acá habitan en total 13.000 rosalunos: 9.000 en el pueblo y 4.000 en las veredas.
Fecha de la visita: Jueves 26 de febrero de 2015.