Zipacón (Cundinamarca)
Sábado 31 de octubre de 2015
Zipacón, es un municipio de Cundinamarca, ubicado cerca de Facatativá.
Desde Anolaima una buseta Nissan me llevó hasta Zipacón, luego de subir la cuesta tan empinada que lleva a ese municipio. Yo hacía fuerza para no encontrar el pueblo inundado de neblina, como se veían algunos sectores de la cordillera.
Y tuve suerte, pues al llegar a la plaza de Zipacón pude fotografiar incluso el santuario de la Virgen del Amor Hermoso que se encuentra arriba de la montaña.
Ese no es el único santuario con excelente vista sobre el pueblo. También está más hacia el norte, el Alto de la Cruz.
La iglesia de San Antonio de Padua, es de estilo colonial. Tiene una fachada interesante, lástima que ahora no abren las puertas para conocerla por dentro.
Detrás del templo visité la Concha Acústica, que se construyó aprovechando una pendiente. Muy espacioso ese lugar que tiene abajo una media torta.
Los edificios de la Casa de la Cultura y la Alcaldía, en pleno centro de Zipacón, se ven muy bien con esos colores vivos tan adecuados para climas fríos.
La chica de la portada como que pensaba: ‘Me tomo esta aguapanelita y ya salgo’.
Unos lugareños consultados, me recomiendan visitar el túnel, a media hora del pueblo a pie. Y es que claro, por acá pasaba el ferrocarril de la Sabana.
En varias ocasiones se pasa por encima de los rieles, cuando se viaja de Cartagenita a Anolaima. Ese túnel semejante al de la Quiebra, en Antioquia, debe ser un sitio turístico muy valioso.
Sin embargo me cuentan que la Estación del Ferrocarril está sin restaurar, ojalá ese sea un propósito de la nueva administración municipal, que
encabezará hasta el 2019, el nuevo alcalde Gustavo Cortés.
Como en muchos pueblos del altiplano cundi-boyacense, aquí también las calles están cubiertas con hermosas lajas de piedra.
En seguida subí la mitad de la cuesta que va hasta el Alto del Cristo. Desde allí tomé buenas panorámicas que incluyeron la iglesia y parte de la plaza principal.
Me cuentan que en los días de semana santa hay una gran romería hasta la cima del Cristo.
También visité la venta de postres Las Delicias de Zipacón. Allí venden incluso postre de mamey, una fruta que pocas veces he visto desde cuando era niño. Son a $4.500, y de verdad se ven provocativos, pero la porción es como para compartir con otra persona.
En Zipacón también existen senderos reales bien conservados y muy apropiados para realizar caminatas ecológicas.
Unos vecinos con los cuales converso en el parque, me hacen caer en cuenta que la especialidad gastronómica de Zipacón es el Pan de Maíz.
Lo distribuyen en casi todas las panaderías del pueblo. ‘Nadie es profeta en su tierra’, don Hernando Pardo, el dueño del negocio, nació en Une, pero fue acá donde hizo empresa.
Y a manera de chisme, mis amigos me cuentan sobre la casa que está a medio construir, allá arriba de la montaña, en el cerro el Salto del Conejo. Esa mansión con tan excelente vista, la empezó a edificar un señor que hace dos meses se murió.
Qué pesar, cómo no alcanzó a disfrutar de ese sueño.
A las seis de la tarde, cuando empezaba a oscurecer, y por no quedarme sin transporte más tarde, cerré con candado mi visita a Zipacón, y regresé a Anolaima, donde tengo el hospedaje. El transporte viene de Bogotá, con pasajeros de pie .
Menos mal en Tablanca quedó un puesto para este viajero impedido.
Por ser hoy el día de las brujitas, van muchos niños disfrazados en el bus. La Chilindrina, Supermán, La Princesa Blancanieves, un bombero y dos policías, completan el cupo en el carro.
La ruta entró primero a Cachipay, pueblo que conoceré mañana, y por último nos dejó en Anolaima.