Cabuyaro (Meta) 2/2

Para regresar de Cabuyaro a Barranca de Upía solo hay transporte al amanecer y al medio día, así que hoy fue otro día de madrugada para tomar de nuevo la chiva Chevrolet con carrocería de madera.

A esta hora inician la jornada algunos pescadores que surcan el río en sus barcas.

La de anoche fue una tertulia inolvidable compartiendo con amigos y unas cuantas cervezas, a orillas del río.

Río.
Río explayado.
Cervezas.
Cervezas con amigos.

Buseta con resabios.

Una vez más encuentro al joven conductor de la buseta bajo el capó abierto del vehículo, arreglándole el motor de arranque, sonoro y terco. Menos mal,  después de varios intentos logra hacer mover los pistones. Esa brega como que es de todos los días, según cuenta un vecino.

El chofer mantiene a la mano un cajón de madera con las llaves y herramientas más usadas. Conoce la máquina como la palma de su mano. Le sabe todos los resabios y para solucionar cada uno, domina un truco. Parecería como si el corazón del conductor latiera al mismo ritmo del motor de la chiva. Él y ella son una sola entidad.

Templo.
Templo de Cabauyaro.
Avenida.
Avenidas arborizadas.

Esta vez el conductor ha traído como ayudante a la esposa y su hijo de ocho años, un muchacho esquivo e independiente. Me llama la atención cómo hay muy pocas manifestaciones de afecto entre los miembros de esta familia. En cambio al loro pichón que llevan sobre una toalla suave, sí se lo comen a besos y no le pierden cuidado.

Qué vaina cómo se han invertido los valores en esta sociedad moderna. Se atiende mejor a las mascotas que a los miembros de la familia. Se perdió la costumbre de saludar, desear buenas noches, abrazar, expresar cariño, acariciar. Lástima porque eso garantiza que la intolerancia y violencia nos acompañarán por muchos años más.

Vale la palabra empeñada.

Por fin a las 5:15 de la madrugada dejamos atrás a Cabuyaro para emprender el regreso por carretera sin pavimento.

Con frecuencia algún campesino detiene nuestro bus para hacerle un encargo al chofer: ‘Esto para que me traiga dos de levante’. Más adelante otro aldeano entrega el dinero para tres de ceba. Se refieren a bultos de concentrado, que es lo que más carga la chiva de Barranca. Otro solicita una arroba de maíz amarillo para las gallinas adultas.

Un comercio completamente informal. Sin mirar ni contar el dinero, el conductor coloca el manojo de billetes en el hueco donde antes se empotraba el radio de la chiva. No anota nada, todo lo confía a su memoria y la de la esposa. Son negocios de confianza entre ambas partes. Por acá la palabra empeñada todavía prevalece.

Tanques
Reservas de combustible.

Mono-cultivos.

Continuamente nos cruzan carro-tanques que van por crudo a la estación de tanques gigantes que Ecopetrol ha construido en la zona. De resto, muy poco tráfico de autos o camionetas particulares.

Los pastizales y los cultivos de palma de aceite en grandes extensiones se alternan a lado y lado de la vía sin pavimento.

Cualquier observador desprevenido se alegraría al ver tantos cultivos de palma de aceite. Pero qué va, son miles de hectáreas que pertenecen a los grupos financieros y empresariales del país, que no generan mucho empleo y en cambio dejan sin trabajo a los menores de edad.

Camiones.
Transporte de petróleo crudo.
Palma.
Cultivo de Palma de Aceite.

El asunto era diferente cuando cada campesino tenía su parcela, desde pequeños los hijos aprendían a trabajar ayudándole al papa. Ahora los adolescentes están a merced de grupos armados, drogadicción o vagancia, pues por ser menores de edad no los admiten en las grandes empresas.

A esta hora de la mañana no dejo de admirar el paisaje. Muchas aves vuelan en búsqueda de sustento. Me deja sin aliento un pájaro de pecho rojo como fosforescente que alza vuelo apenas siente el vehículo. Más adelante es otra ave de pecho amarillo y plumaje negro la que se asusta con el ruido del motor.

Además garzas blancas, tórtolas, y otras variedades de aves que desconozco.

Qué atrevimiento.

Como el terreno es completamente plano, priman las rectas y casi no hay curvas. Pasamos por un tramo de la carretera en donde es evidente cómo los dueños de los predios corrieron el alambrado para robarle terreno a la reserva para ampliar la vía a dos carriles. Cuando la carretera se vaya a modernizar, habrá que comprarle al que tiene las escrituras, esa franja apropiada injustamente.

A mitad de camino el motor se apagó, debimos esperar un tiempo que reposara luego de llenar con agua el radiador. Nadie se preocupa, todos confiamos en la pericia y experiencia del hombre al frente de la cabrilla.

Quince minutos después, luego de varios intentos con el arranque, los pistones se movieron y pudimos continuar el viaje.

Varada.
Varada sin consecuencias.

Por fin a las ocho de la mañana anduvimos por los tres kilómetros de pavimento, antes de bajarnos en Barranca de Upía. De ahí regresé a Villanueva.

Alcaldes de Cabuyaro han sido: 2012-2015 Diana Mendoza; 2016-2019 Luis Felipe Piñeros Rojas y hasta el 2023 es el señor John Gutiérrez.

Acá habitan en total 3.500 cabuyarenses, 1.500 en el pueblo y 2.000 en las veredas.

Fecha de la visita: Sábado 17 de marzo de 2018.

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

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