Desfile de Silleteros No. 60 Medellín.
Lunes 7 de agosto de 2017
La avenida Guayabal es una de las vías más amplias que tiene Medellín y sin embargo parecía estrecha ante la cantidad de asistentes al Desfile de Silleteros No. 60.
En una tarde brillante como ninguna, todos los espectadores que acudieron al evento salieron encantados con el colorido y la creatividad de las silletas.
Y sobre todo admirados del entusiasmo y alegría que desbordaron los silleteros, campesinos auténticos, con pieles curtidas por el sol y la sonrisa franca de quien posee los valores más encumbrados.
La mejor Encuesta.
Los primeros en aparecer fueron los agentes de a caballo, montando ejemplares percherones de gran tamaño y pasos elegantes. Imponentes ejemplares.
Por estos días se han revelado las encuestas en las que se mide el grado de aceptación de los personajes públicos.
Para el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez Zuluaga, su llegada al palco fue la demostración del cariño y la admiración que le profesan los medellinenses. Su compromiso con la ciudad es evidente, el hombre es corajudo.
El burgomaestre fue ovacionado de qué manera por los asistentes, tanto desde las tribunas como los ciudadanos de a pie, que se agolpaban en el costado oriental de la avenida.
‘Fico, Fico, Fico’ era el grito unánime mientras el alcalde no daba a basto para estrechar tantas manos que querían saludarlo.
Homenaje a los Fundadores.
Y quienes sí desfilaron ‘en coche’, fueron los más de 20 silleteros octogenarios que por haber participado en el primer desfile de 1.957, se ganaron el honor de abrir el desfile.
Había que verlos rebosantes de alegría en las carrozas más bellas y antiguas del 22 Desfile de Autos Clásicos.
No, pues, jamás en su vida se habían sentado en tan hermosas limosinas. La Reina Isabel II se quedó en palotes.
Los grupos de danza más experimentados animaron la fiesta, antes que pasaran los ganadores de las mejores silletas en cada categoría.
El ganador absoluto, con un arreglo tan sencillo como variado y colorido, fue John Jairo Grajales Gómez.
El hombre no necesitó de carriel, machete y ruana para demostrar su origen campesino. Le bastó su cuerpo delgado por la fatiga diaria y el bigote típico de montañero paisa.
En la categoría Infantil el triunfador fue el joven Ismael Hincapié Zapata, un niño cacheti-colorado, de cabello rizado y piel de manzana.
Pero también hay que recordar a Martín Emilia Hincapié Zapata, ganador en la nueva categoría Artística.
El gran valor del Desfile de Silleteros está en ser uno de los eventos más auténticos del país.
Campesinos Puros.
Porque nadie que no sea campesino de las veredas cercanas a Medellín puede hacer parte del Desfile.
Personas que ‘dan la cara’ de una, con franqueza e hidalguía.
En sus rostros no se refleja más que la nobleza de una vida honrada y sencilla.
Pobres pero honorables. Humildes pero orgullosos de sus valores.
Eso sí es caminar con la frente en alto, sonreír con franqueza y recibir con orgullo un aplauso merecido.
Había que ver sus caras rebosantes de satisfacción.
A pesar del cansancio tras una noche en vela y semanas anhelando este día, a los silleteros les sobraron fuerzas y desfilaron entusiastas.
Saludaban al público con los brazos en alto y el alma alborozada que se les salía por las pupilas.
Etapas del Desarrollo.
Intercalados entre los distintas categorías: Tradicional, Emblemática, Monumental, Artística, Infantil, Junior y Comercial, se vieron instalaciones con estampas propias de cada etapa en la vida de la ciudad.
Los hechos sobresalientes de cada época: Los autos clásicos que rodaban por la iglesia de la Veracruz entre 1.957, cuando comenzó el Desfile de Silleteros y 1.966; una vista de la carrera Junín entre 1.967 y 1.976; El Edificio Coltejer y el Pueblito Paisa construidos entre 1.977 y 1.986.
Vinieron luego las grandes obras que mejoraron la movilidad del Área Metropolitana: las Terminales de Transporte inaugurados entre 1.987 y 1.996, la obra emblemática de la capital paisa: el Metro de Medellín que ha modernizado la ciudad entre los años 1.995 y 2006 y los tele-cables instalados entre 2007 a 2017.
Por muchos años el Desfile de Silleteros será uno de los espectáculos más aplaudidos en Colombia.
Su autenticidad está asegurada, dado que muchos niños y jóvenes del campo también hacen parte de la gran parada.
Y ni hablar de las mujeres, ejemplares y hermosas, fiel reflejo de la campesina paisa comprometida con su familia y las labores del campo.
A pesar de los avances tecnológicos, nuestros labriegos son los salvaguardias de los valores tradicionales de la cultura paisa.
Honestidad, laboriosidad, empuje y humildad, esas cualidades sí que merecen muchos ‘me gusta’.
Había que ver la audacia con que los silleteros, con más de cien kilos de flores a sus espaldas, saludaban al público sin soltar el peso a sus espaldas.
Hasta les sobraban fuerzas para alentar las tribunas y agradecer los aplausos.
Para los Próximos Desfiles.
Para los próximos años deberá alargarse el recorrido a fin de que todo el público que convoca la celebración, pueda admirar a los silleteros desde sitios más cómodos.
Incluso deberá pensarse en modificar el horario hacia una hora más cercana al medio día.
Hacia las tres de la tarde, cuando la parada estaba en todo su esplendor, a los espectadores del costado oriental el sol les daba tan de frente que, no podían detallar muy bien el colorido de las silletas.
Aunque la organización del evento fue muy buena, hubo sitios en donde hasta quienes tenían boleta para palco, tuvieron que hacer largas filas para poder llegar hasta el asiento asignado.
El único puente peatonal que permitía pasar de un lado a otro la avenida se convirtió un cuello de botella casi infranqueable.
Deberán diseñarse sitios de evacuación de al menos una cuadra en las calles que dan sobre la avenida Guayabal.
En Pasto por ejemplo, para el Carnaval de Negros y Blancos son más previsivos y toman medidas más acordes al manejo de multitudes. En caso de una estampida, serían menos los lamentos.