Fonseca (La Guajira).
Jueves 23 de enero de 2014
A las 6:30 estuve en el Mercado Nuevo de Riohacha, desde donde salen los colectivos para Fonseca. Estuve de buenas, llegué en el momento preciso, pues faltaba una persona, para que se completara el cupo de cuatro pasajeros, que pagamos cada uno $15.000, por hora y media de viaje. No es barato el pasaje, a sabiendas que aquí la gasolina es a la mitad de lo que cuesta en el interior, y que todo el trayecto es plano y por rectas. Pero es bueno el servicio, y eso es lo que interesa.
Muy pronto pasamos por la entrada a Monguí, corregimiento de Riohacha, tierra del dulce de leche y patria chica del ex-Ministro de Minas y Energía: Amilkar Acosta, el mismo revolucionario de la U de A en los años 70. No sabía yo que existía un poblado con ese nombre en la Guajira.
A mitad de camino, entramos a tanquear a la ‘estación de servicio’ Chivo Mono, una manga donde tienen muchas pinpinas de gasolina y ACPM, y estructuras metálicas sobre las cuales colocan el frasco plástico para que, por gravedad, llene el tanque del auto. Antes del embudo ponen un trapo rojo, a manera de filtro, pues a veces la gasolina venezolana viene sucia.
Más adelante pasamos por la entrada a Papayal y después Barrancas. Por acá, y en Fonseca, se ven muchas moto-taxis jaladas por una motocicleta convencional, pero con un asiento transversal atrás, y una estructura metálica de protección, a los lados.
También se observan con frecuencia, camionetas doble cabina, de modelos recientes y con una fuerte estructura anti-volcamiento, pegada en el platón, llamada cuello de ganso. Tienen siempre la misma forma, se ve que hay normas precisas de seguridad, que exige el contratista.
Cerca de Fonseca el panorama ha cambiado. Atrás quedaron las tierras estériles de la Guajira media y alta y por acá se observan ya, árboles grandes y a veces palmeras.
A las 8:30 me bajo en Fonseca. Me dijeron que no había plaza principal, pero sí. Solo que la iglesia, el parque y la plaza, no están como en los pueblos del interior, en el centro vital del pueblo. No. Aquí el centro es ‘la avenida’, la misma carretera troncal por donde transita el tráfico procedente de Bogotá.
Y sí, a lado y lado hay comercios de todo tipo, en tanto que donde están la iglesia y el parque, no hay establecimientos comerciales, sino casas de familia y es un espacio generalmente tranquilo y sin gente. Muy distinto al bullicio que se siente en ‘la principal’, como también llaman al centro.
A diferencia de los pueblos del interior, que uno divisa el casco urbano, casi siempre enclavado en una montaña, con la iglesia muy destacada y las calles empinadas, aquí no, de un momento a otro transita uno por las calles del municipio costeño. Prefiero ese acercarse poco a poco, al casco urbano de los pueblos del interior.
Fonseca es un municipio muy arborizado, y el aire acá es más fresco que en Riohacha. En la Panadería Fonseca encontré el café con leche que necesitaba y que, tan difícil es encontrar en los pueblos de la costa. Pero no lo consumí allí, sino en la Cafetería Massari, con mesas afuera en donde no da el sol por la mañana; allí me esperaban palitos de queso recién horneados. Quiero escribir el borrador y sentarme al aire fresco de ‘la avenida’.
Al frente, en un equipo con sonido fuerte, suena como para mí: ‘Tu cumpleaños’, de Diomédez Díaz. El café me lo sirvieron, por solo $1.200, en un vaso de icopor gigante, como de 16 onzas. Cuánto lo disfruto! Mientras tanto, muchas moto-taxi, en forma de triciclo, circula por las calles de Fonseca.
A dos cuadras de ‘la avenida’, encuentro la plaza y el parque. En el centro hay una estatua pedestre de Simón Bolívar, sin un brazo y con el occipital roto.
El piso del parque es en tierra, aunque las casas que rodean la plaza son decentes, de pronto viviendas de las mejores familias de Fonseca. Es una plaza amplia, con la Tarima Tierra de Cantores, a un lado del parque y el Colegio La Inmaculada, en uno de los costados.
De paso hacia ‘la avenida’, descubro un molino de arroz en funcionamiento. Entro a conocerlo, saludo al administrador, quien accede de buena gana a que conozca el proceso. Afuera, sobre el piso de cemento hay varios bultos del grano, regados para que el sol los deshidrate.
Adentro un molino gigante, hace ruido mientras desprende la cascarilla de los granos. Estos, al principio salen sucios, pero otra máquina los refina para que queden blancos. Dos rodillos de caucho que giran sobre sí mismos y a través de los cuales, difícilmente pasan los granos, son los encargados de quitar la cáscara del cereal. El arroz que se parte mucho, lo muele otra máquina, pues con esa harina Nestlé hace el Milo. Pa’ que vea, no sabía yo eso.
Más adelante paso por una casa donde fabrican golosinas. Corresponde a la Dulcería Las Vevas, y es lo más tradicional en Fonseca. Unas señoras morenas y de edad avanzada, son las que han continuado con la tradición que inició hace muchos lustros su mamá, la misma que a sus 104 años, conserva gran lucidez y una memoria envidiable.
Allí producen arequipe de leche, de guayaba, papaya y también de plátano. Esos potes grandes en los cuales viene envasado, no cabrían en mi morral, así que compro una galleta ‘Keke’, como llaman a la pasta que elaboran con harina, panela y coco molido.
Bueno, no estuvo mal mi visita a Fonseca, me doy por bien servido. Enseguida abordo un auto que en tres minutos me lleva al que sería como, un barrio de Fonseca: el municipio de Distracción.
10 AM
Regreso a Fonseca, procedente de Distracción. De paso, me llama la atención un amplio almacén de ropa, sobre ‘La Principal’, con un aviso muy visible que dice: ‘Medellín con todo’. También debo observar los dos grandes silos, al parecer de Purina, que ya no se usan. Sin embargo un lugareño me aclaró que fueron tanques para el agua, que alguna administración construyó, pero no dieron resultado. No me parece creíble, esa versión.
De pronto fueron silos de la multinacional americana, que luego quisieron utilizar para almacenar agua y la idea no fue viable. El hecho es que en el tope de los graneros, están los cuadros blanco y rojo, que identifican la marca de concentrados para animales.
De todas maneras es admirable cómo son de arborizadas las calles de Fonseca. ‘La Principal’ aunque tiene mucho verde, también la ahoga el comercio y la contaminación auditiva.
Bueno, ya a esta hora decido dormir hoy en Valledupar, si me alcanza el tiempo, después de visitar los pueblos que siguen; es mejor no cambiar de hotel todos los días, sino escoger uno bueno y pernoctar en él varias jornadas.
Cuando entré al Hotel El Retorno a reclamar mi morral, escuché la noticia de última hora, según la cual, Falcao García se perdería el Mundial de Brasil, debido a la lesión que sufrió hace poco en su rodilla.