Hato Corozal (Casanare).
Lunes festivo 19 de marzo de 2019
Cuando llegué al terminal de transportes de La Paz de Ariporo, salía una buseta Nissan que en 40 minutos me dejó en el centro de Hato Corozal.
Llanos orientales.
El territorio de este municipio se extiende por todo lo alto del límite norte del departamento.
Esta es la tierra del Chigüiro; ahora en algunas fincas de los llanos orientales existen criaderos de esta especie de mamíferos, para comercializar su carne. Hace años probé esa proteína de agradable sabor y gran suavidad.
Viajo en una tarde esplendorosa, con el sol atrás y frente a mis ojos la luz decadente del sol, iluminando todo lo que va sucediendo.
En la Paz comienza un nuevo conteo de kilómetros para la ruta 6513. Recién salimos del municipio vecino, atravesamos el puente sobre el río Ariporo, una estructura metálica en arco y abajo los bañistas disfrutando del agua en una tarde calurosa.
En el kilómetro 40, llegamos a Hato Corozal, que está un poco entrado con respecto a la Troncal Marginal de la Selva. Lo primero fue aspirar aire tibio y disfrutar de la brisa en una tarde veraniega que me dá la bienvenida.
En el parque principal los lugareños se divierten con sus hijos y relajados disfrutan del ambiente festivo en el día de San José.
Pueblo con historia.
Fotografío el monumento en Homenaje a Bonifacio Gutiérrez, que es también un homenaje al joropo, y en donde aparece un trío que toca cuatro, arpa y maracas. Muy bellas las imágenes de los tres músicos. El escultor que las hizo no es cualquier primerizo.
Bonifacio Gutiérrez fue uno de los 14 llaneros comandados por el coronel Juan José Rondón que acudieron al ‘Pantano de Vargas’ para colaborar con Simón Bolívar cuando todo estaba a punto de perderse.
En medio de tan negros nubarrones para la empresa emancipadora, fue allí cuando el Libertador le imploró a Juan José Rondón:
‘Coronel: Salve usted la Patria’.
Faenas ganaderas.
También admiré el monumento al Botalón, ese tronco de árbol grueso y resistente con horquilla en el extremo, que se coloca en los potreros para amarrar las reses y someterlas mientras se ejecutan las labores propios de la ganadería. Amarrado al botalón se ve la montura y el rejo tan necesarios para el vaquero.
Recuerdo que en mis años mozos yo acompañaba a mi primo a participar de esas faenas al pie del ‘bramadero’, en donde se salaba el ganado: con la res amarrada al botalón, el hacendado depositaba en la boca del animal un puñado de sal marina y luego se soltaba la vaca.
Ese pilar fuerte servía también para neutralizar las reses que se marcaban con hierro candente, los terneros que se iban a castrar o la vaca a la que se le haría alguna curación.
Municipio pujante.
En seguida conocí por dentro la iglesia parroquial, que no es gran cosa y tiene cubierta ordinaria. Un altar recargado de colores y accesorios y una cúpula en lámina metálica que tampoco luce demasiado.
El frontis de la iglesia católica en Hato Corozal es bastante sencillo de una sola torre y con antena de celular casi que al lado.
Qué pesar que coloquen semejante esperpento tan cerca a la edificación más importante del pueblo…
Algunas de las vías en Hato Corozal son de dos carriles con árboles en el separador y casi todas con cubierta rígida de cemento.
Pasamos por la Alcaldía de dos plantas y la unidad deportiva con instalaciones de techos azules.
Ahora sí dejo atrás el Casanare y me dirijo al siguiente destino: Tame, ya en el departamento de Arauca.
En este video de dos minutos se pueden apreciar los encantos de Hato Corozal y su gente.
El alcalde de Hato Corozal hasta el 2019 es el señor Alexander Martínez Parra.
Acá habitan en total 12.000 corozaleños.
