La Uvita (Boyacá).
Martes 26 de abril de 2016
En la ruta de Bogotá al Güicán, desde donde se asciende a la Sierra Nevada del Cocuy, se pasa por La Uvita, una población rodeada de prados ganaderos y cultivos agrícolas.
Por la tarde regresé desde Boavita a La Uvita en una buseta que cobra solo $1.500 y cuyo recorrido dura apenas siete minutos.
Y estuve afortunado pues Efraín Manrique, un maestro de obra a quien todo el mundo saluda porque es servicial y excelente persona, tuvo la deferencia de mostrarme todo el pueblo en su moto Yamaha FZ. Qué suerte.
Anduvimos por el Cementerio a la salida para Boavita, la Plaza de Toros Las Mercedes, el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes, de cuatro pisos en la parte de arriba del pueblo y el moderno Centro de Salud.
El Ancianato de La Uvita parece construido para satisfacer la demanda de todo el departamento. Tiene instalaciones amplias en un edificio muy visible en la parte de atrás del pueblo.
Qué bueno que quienes trabajaron toda la vida por una sociedad mejor, en sus últimos años encuentren dónde vivir holgadamente.
María Edilia García es una hilandera hermosa que me encontré zurciendo filamentos de lana en una de las calles de La Uvita.
La amable señora me explica que primero hay que hilar, luego se tuercen los hilos y por último se hacen las ruanas en el telar.
Estas ruanas de pura lana son un poco más pesadas que las modernas, pero abrigan más y dan calor natural.
Tomé varias panorámicas de Soatá, el pueblo que se ve al fondo y como entre dos montañas. Recuerdo que hace dos años también divisé La Uvita desde ese municipio ubicado en una meseta alta.
El parque de La Uvita es muy bello, tiene palmas decorativas y cercos de pinos a los cuales les han dado forma como cercos vivos.
Rosas de diferentes colores decoran este espacio público.
El interior de la iglesia consta de una sola nave sencilla, así como la fachada tiene una sola torre cuadrada. Por dentro el templo está pintado de blanco y se ve acogedor.
La fachada de la ermita, sin ser muy grande, sí es bastante vistosa, pues está construida en la parte más elevada de la plaza.
Como en muchos pueblos boyacenses, entre el atrio y el parque hay como una era con jardín y arbustos pequeños.
La Uvita es un pueblo limpio, donde no se ven limosneros. La Casa Cural, es inmensa y como casi siempre, se ubica al lado de la iglesia.
Son las 5:30 de la tarde, qué día increíble el que viví hoy cuando por primera vez conocí varios pueblos en un mismo día.
Estuve repartiendo tarjetas del blog en la alcaldía de La Uvita, e inclusive me tomé una foto en el despacho del alcalde, al lado del burgomaestre Jaime Galvis Hernández, quien para su mandato tendrá dos prioridades: la Cultura y el Campo.
Luego consumo dos salpicones en FrutiDelicias.
Dos agentes que había allí me recuerdan cómo en 1.998 la guerrilla incendió la Alcaldía de La Uvita y destruyó todos los archivos. Hoy este municipio es una remanso de paz y mira con optimismo el futuro.
En idioma chibcha La Uvita significa ‘Pradera de fértil labranza’.
Esta vez solo me faltó subir hasta el Cerro de El Tabor, desde donde se divisan varios pueblos boyacenses.
El alcalde de La Uvita es el señor Jaime Enrique Galvis Hernández.
Acá viven en total 3.600 uvitanos, 1.200 en la localidad y 2.400 en las fincas y veredas.
Muchas gracias por este reportaje. Feliz 2022!!! vuelva por La Uvita.
Ah, qué rico volver, me encantaría. Saludos.