Landázuri (Santander)

Viernes 17 de abril de 2015

Esta mañana viajé desde Contratación hasta Barbosa y dispuse de solo quince minutos para tomar un vaso de cernido de zanahoria por mil pesos.

Me encantó ese refresco tan sano. Se parece un poco a los cernidos de la empresa costarricense ‘Cosechas’, que se ven ya por toda Colombia. Solo que este cernido costó únicamente mil pesos.

También compré un paquete de limones, pues necesito una acción antiséptica en mi garganta y para eso esa fruta agria es ideal.

A las diez de la mañana salió de Barbosa un bus viejo de la empresa Ricaurte al que le daba beri beri y cada que temblaba había que mermar velocidad para evitar un accidente.

Menos mal el auxiliar logró reparar el imperfecto y pudimos continuar sin problemas. Por $12.000 este transporte me llevará hasta Landázuri.

Saliendo de Vélez hacia Landázuri, se sube hasta el alto de Palo Blanco, donde están las partidas para Bolívar (Santander),  y desde ahí empieza el descenso hasta mi destino.

A las 12:50 llegamos a Landázuri, luego de tolerar muchas imperfecciones del pavimento.

Este pueblo que lleva el nombre de su fundador: José María Landázuri, es tal como me lo imaginé: inclinado, no el más bonito, con una iglesia modesta y calles como apretadas y mucho comercio.

No sabía yo que Landázuri era gran productor de cacao y menos que de ese producto se hiciera jugo.

La sorpresa fue cuando me encontré un señora ofreciendo jugo elaborado a partir del musílago del cacao. Me supo rico fuera de que el olor me recordó años de infancia.

Al alcalde de Landázuri hasta el 2019 es el señor Milton Téllez Hernández.

En esta localidad viven en total quince mil landazureños, de los cuales tres mil residen en el pueblo y los 12.000 restantes son campesinos.

Pero lo que sí salva la plaza principal algo inclinada, es el hermoso samán de ramas extendidas que quisiera abrazar todo el espacio público. Fuera de que ofrece sombra agradable, decora mucho el centro de Landázuri.

Cuando estábamos acercándonos al centro, observé desde la carretera una completa panorámica del casco urbano.

Así que lo primero fue dejar el morral en la empresa de transportes Ricaurte, y contratar a Arturo, a quien todo el mundo conoce como ‘Coco’, para que en su moto me subiera hasta ese punto por $2.000.

Coco también me tomó algunas fotos  en la curva desde donde se divisa muy bien la iglesia, el samán, el hospital de color azul acá abajo, en una edificación grande con amplio parqueadero.

Cuando bajábamos, mi conductor me contó que vivió en Medellín unos nueve meses y quedó encantado de la ciudad:

‘¡Eso sí es mucha elegancia!’.

Sentenció ‘Coco’.

Y sí, con frecuencia las personas que conozco en mis viajes hablan bien de la  capital antioqueña. No lo dicen para congraciarse conmigo, sino que lo sienten de verdad. Muchos quisieran vivir en la capital antioqueña.

Luego anduve por el templo parroquial, con fachada decente, pequeña y cubierta con lozas de porcelana beige.

Por dentro lo mejor es la baldosa antigua del piso Un mosaico poco común y que se ve bien en el interior del templo.

En el marco de la plaza principal está la Alcaldía de dos pisos y una cubierta azul con canchas múltiples, pero sin jugadores a esta hora.

El parque tiene distintos niveles para contrarrestar la pendiente y cerca a la iglesia se mantiene muy surtida, una tabla con plátanos donde se alimentan los pájaros.

Ah, y lo mejor, la frondosa ceiba a la cual me referí más arriba.

En el asadero de pollo, almuerzo con dos presas acompañadas de papa asada y yuca.

Mientras como, veo en el televisor las noticias de los 11 soldados asesinados por las Farc, ¡qué dolor!