Puerto Nare (Antioquia).

Jueves 17 de mayo de 2012

Regresé en chalupa desde Puerto Boyacá, al corregimiento antioqueño del frente y,  en el malecón de Puerto Perales, le pedí al moto-taxista que  por tres mil pesos,  me ubicara en la vía que sale hacia Puerto Nare, a ver si algún carro que pase, me arrastra hasta ese municipio. A las dos de la tarde estuve en la ‘Y’, el punto donde, en tres minutos, pude subirme con dificultad,  hasta el asiento de copiloto,  de una potente volqueta Chevrolet Brigadier 87, con 20 toneladas de caolín en el volco, y conducida por Hernán, un hombre de 45 años, simpático y amable.

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Calle Principal e Iglesia de Puerto Nare (Antioquia).

 

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Vista desde la volqueta de Hernán.

Este camión es una nota: me impresiona sobre todo el asiento tan alto. Queda uno como a tres metros arriba del piso. Es muy bueno, pues se contempla todo nítidamente. Lo menos bueno es el freno del motor, que hace mucho ruido. Cada minuto, Hernán tiene que accionarlo para prevenir y bajarle velocidad al camión. Con veinte toneladas atrás, y en una vía con cascajo, hay que llevar el carro contenido.

Esta carretera debería estar pavimentada desde hace tiempos, no porque tenga mucho tráfico, sino por las inversiones en pozos petroleros que existen en la zona. Cada cinco minutos encontramos un machin, como llaman las bombas que, continuamente, extraen petróleo del subsuelo. Pero las palabras de Hernán lo explican todo:

 

‘Esos malparidos ingenieros se roban toda la plata’

Y es que hace poco le hicieron un mantenimiento a la carretera, pero no fue suficiente como para que resistiera las lluvias de los últimos meses.

Al principio del camino los alrededores son boscosos, muy bellos, por la variedad de vegetación: árboles grandes, otros más jóvenes, chamizos secos que exhiben toda su hermosura contra el firmamento azul de pocas nubes, pájaros de todos los colores, aves lacustres que levantan vuelo desplegando sus inmensas alas y tirando atrás sus patas largas y delgadas; una laguna a manera de espejo sobre la cual se refleja el paisaje, uno que otro animal silvestre que corre sorprendido por el ruido de la volqueta, cuando hace ‘gárgaras’; en fin que, esto es una maravilla, cómo es de rico dejar la ciudad de vez en cuando, para internarse en estas soledades verdes y encantadoras.

Hernán me cuenta que el caolín es un barro que se utiliza en la producción de cemento. La carga que llevamos atrás va para La Sierra, donde existe una gran cementera. El producto viene de La Unión que, según dicen, es un municipio del oriente antioqueño, construido sobre una inmensa mina de caolín.

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Con niños de la vereda la Mula.

A mitad del recorrido está Mula, una vereda en donde nos bajamos para tomar gaseosa con empanadas de carne recién salidas del perol. De ahí en adelante el paisaje cambia, se vuelve más abierto y con menos vegetación. Ya se ven muchos prados con ganado pastando y al lado derecho el gran río de Colombia, el de la Magdalena, muy crecido ahora por el invierno reciente. El trayecto entre Perales y Puerto Nare lo hicimos en una hora larga, de 1:45 a 3:30, cuando me bajé cerca a la plaza de Puerto Nare: ‘Remanso de Paz del Magdalena Medio’

Luego de agradecer a Hernán por su servicio, me quedé en la primera tienda de Puerto Nare que vi, junto al colegio Carlos Mario, el principal del  municipio. Qué delicia de tinto el que me sirvieron por $ 400. Era la bebida que necesitaba para refrescar la garganta y aliviar el calor. Quién creyera, pero una bebida caliente calma la sed mejor, que la gaseosa más fría.

Y lo insólito fue que, a pesar de lo cuidadoso que soy para mirar la mesa y asiento, antes de levantarme del puesto, cuando fui al baño olvidé la riñonera que contenía nada menos que mi cámara Sony HX1. Una cuadra más adelante escuché los gritos de los lugareños que conversaban en la tienda y cuando me devolví a recuperar el bolso, ya la señora venía a entregármela:

‘Vea pues, cómo iba a dejar el revólver’ – me dijo la dueña.

Y es que por estas tierras ha imperado la ley del  más fuerte y al notar el peso del contenido de la riñonera, lo que primero se imaginó la señora fue que yo venía armado. Menos mal por estos días ya se puede cantar el coro del Himno de Puerto Nare:

Entonemos un himno glorioso,

a ti pueblo remanso de paz,

Puerto Nare, frontera de Antioquia,

tierra firme donde hay libertad.

 Y ahora qué hago? Visito el pueblo y luego sigo a Puerto Berrío en moto-mesa? O mejor paso a Puerto Serviez, al frente, y en el departamento de Santander, para esperar la buseta que pasa a las cinco de la tarde? O mejor viajo en chalupa por el Magdalena, más costoso, pero más rápido? Ya veremos.

El alcalde de Puerto Nare hasta el 2015 es el señor Juan David Londoño García.  Este municipio tiene en total 16.500 habitantes, de los cuales 6.500  viven en el casco urbano, y el resto: 10.000, son campesinos.

Primero voy a conocer el pueblo y a tomar las fotos de rigor en la iglesia, el parque y el malecón, que ahora están terminando de construir. El parque principal de Puerto Nare es pequeño, pero bien arborizado. Exhibe un busto en memoria de la señora Didiar Esther Sarmiento Velásquez, una ex alcaldesa de Puerto Nare, asesinada por desconocidos en Julio de 1.995.

El templo parroquial, aceptable y con una torre alta que se ve muy bien a la distancia. Diagonal a la iglesia de San Luís Beltrán, conservaron una bella casa de dos plantas, con ventanas y puertas en madera y de estilo colonial. Luego anduve por el malecón, con lámparas semejantes a las del Metro de Medellín. Una joven ingeniera me salió al paso preguntándome quién era yo, para poder autorizar mi paso por la construcción.

Bueno, la suerte sigue estando de mi lado, apenas llegué al puerto de las chalupas faltaban solo cinco minutos para que zarpara la última embarcación con destino Puerto Berrío. Apenas si tuve tiempo para comprar por $ 3.500 el tiquete que me llevará hasta La Sierra donde haré transbordo a un Johnson de motor más potente, el mismo que va en una hora hasta Puerto Berrío. Hace un sol canicular a esta hora, pero inmediatamente zarpó la lancha, vino la brisa y con ella el alivio para el sofoco y la sudoración extrema. Todos los pasajeros descansamos apenas el viento fuerte empezó a atravesar la barca, de adelante hacia atrás.

Lanchas que esperan en La Sierra.
Lanchas que esperan en La Sierra.

En cinco minutos no más desembarcamos en La Sierra. Al frente se ve el puerto de Serviez, en el departamento de Santander. El Johnson con destino a Puerto Berrío, esperaba los pasajeros de nuestra lancha para arrancar. $14.000 pesos cuesta el pasaje hasta mi destino final de este día. Qué bueno que llegaré temprano, antes que oscurezca, a esa ciudad que conocí hace poco y que me encantó. El de hoy fue un día bien variadito: he viajado en buseta, moto-taxi, automóvil particular, camión, y ahora lancha. Espectacular tanta variedad y acompañada de aventura y algo de riesgo!

En Wikipedia se lee acerca de este municipio:

 

 

 

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

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