Tello (Huila).
Lunes 5 de junio de 2017
Pueblo agrícola.
Al norte de Neiva, en la vía al Desierto de la Tatacoa y a solo 40 minutos de la capital huilense, está Tello, pueblo pequeño, sereno, de brazos abiertos.
A un lado de la vía se ven a veces cultivos de arroz y hasta de melón, que lo siembran sobre surcos altos y protegidos con plásticos.
Y también matas de parra donde se cosechan ‘las uvas más dulces de Colombia’.
Al llegar a Tello la buseta no entró a la plaza principal, apenas si se detuvo a descargar pasajeros.
Arquitectura ‘colonial’.
No se confíen si les digo que de entrada me gusta Tello. Porque a mí los pueblos de clima cálido y seco me fascinan, sobre todo en las tardes, cuando la luz empobrecida del sol enriquece con un toque dorado todo lo que ilumina.
Inmediatamente comencé a fotografiar las bellezas arquitectónicas que posee este pueblo.
El templo de la Santísima Trinidad de estilo colonial, es una capilla sencilla de una sola torre.
Lo que sí es muy fino es el sonido de las campanas que escuché ahora llamando a misa. Suspendí los pasos y me concentré en el repique. Qué deleite.
Lo que más he disfrutado en Tello son las casas ‘coloniales’, con jardín al frente, que reflejan la honorabilidad de quienes las habitan.
Y si, son residencias tradicionales, bien conservadas, con mucho frente y techo metálico y oxidado que, les luce tanto como los sombreros a la Reina Isabel II.
Otro atractivo de Tello, fuera de sus residencias ancestrales, es el túnel verde por el cual se atraviesa viniendo de Neiva. Para los 26 grados de temperatura, esa cubierta fresca es una bendición.
Parque clásico.
Durante las últimas administraciones en muchos municipios colombianos se han renovado los parques.
Y generalmente se cambian espacios con sombra verde por explanadas abiertas con unas cuantas butacas de cemento, durables pero incómodas.
Para mi gusto, Tello no ha entrado en esa moda y conserva su centro con abundante floresta y bancas sencillas de espaldar confortable.
Desde el centro de Tello se divisa la Loma de la Cruz, un mirador ideal para observar el pueblo en horas de la mañana y hasta donde suben los peregrinos en semana santa.
Unos muchachos me cuentan que en Tello hay un YouTuber famoso por los video-juegos que cuelga en su página. Habrá que buscarlo en la Web.
Otras edificaciones.
Subí unas cuadras para fotografiar la casa de la Cultura, también antigua y con fachada pintada de amarillo.
Más allá está la residencia denominada ‘El Mirador’, con balcón y bella estructura en paredes de gruesas tapias y techo de teja.
La Plaza de Toros la Libertad también está en ese espacio público. Ojalá pronto se piense en ‘liberar’ a los toros de semejante tortura.
A la entrada se ve un novillo de casta no muy prolijo.
Supongo que lo de ‘Libertad’ se debe más al prócer de la independencia José María Tello, un coronel destacado en la Batalla de Ayacucho, que dio nombre al municipio.
Los jóvenes me recomiendan visitar el Centro Recreracional, que vi la otra vez viniendo de Baraya. Tiene piscina y restaurante.
No tuve tiempo de ir a la Quebrada El Aceite, a pocos kilómetros de Tello, una vertiente que de tanto lamer la roca ha formado cauces que recuerdan los surcos del cerebro humano.
Próximamente se inaugurará en Tello el nuevo Hospital Miguel Barreto López, en una edificación moderna y suficiente.
Hablado cantadito.
Por la noche regreso a Neiva por $5.000 en una camioneta moderna con aire acondicionado. Previamente había reservado el puesto de co-piloto colocando allí mi sombrero.
Harley, el chofer de esta Kia es un hombre muy atento, al cual felicité al bajarme.
Y lo más especial es el tono opita como habla el conductor. Da gusto escucharlo para entender el acento de los habitantes del Huila.
El alcalde de Tello hasta el 2019 es el señor Edward Holguín López.
En este municipio habitan en total 13.000 tellunos, 5.000 en el pueblo y 8.000 en las veredas.