Villamaría (Caldas).

Viernes 17 de octubre de 2014

Conviene aclarar que Villamaría es a Manizales, lo que Yumbo a Cali, Soacha a Bogotá o Puerto Colombia a Barranquilla, es decir, un municipio distinto pero que hace parte del área metropolitana y es como un barrio de la capital del departamento.

Como el bus de Manizales a Herveo, no sale hasta las doce del día, decidí aprovechar las dos horas disponibles, para montar en el Cable Aéreo de Manizales y visitar el municipio de Villamaría.

En otra oportunidad visité este pueblo al cual llegué en bus urbano, pero no sobra darle ahora otra miradita a través del Cable.

Vale la pena recordar que, en esto del transporte por cable, la capital caldense fue pionera. Entre 1.922 y 1.961, funcionó el Cable Aéreo que unía las ciudades de Mariquita y Manizales, con estaciones en Padua, Fresno y Herveo, el municipio que visitaré a continuación y en donde se conserva la torre principal.

En el casco urbano de Villamaría habitan 36 mil personas y en sus veredas otras 10 mil para un total de 46 mil villamarianos.

Ahora en solo seis minutos, se puede ir ‘por aire’, desde el Terminal Terrestre manizalita, hasta la plaza principal de Villamaría. El Cable Aéreo de Manizales se ha convertido en otro atractivo turístico, así como se dio en Medellín, con los cables que salen de algunas de las estaciones del Metro.

No, qué maravilla de paseo, y por solo $1.500 que cuesta el ingreso al Cable Aéreo. Parece ser que, la prolongación del Cable hasta Villamaría, fue la única forma de asegurar demanda para este medio de transporte.

Al principio, cuando la línea llegaba solo hasta el Terminal Terrestre, desde el parque Fundadores de Manizales, el proyecto de movilidad aérea, estaba condenado al fracaso financiero. En cambio ahora el Cable es muy utilizado por los habitantes del área metropolitana.

La estación de llegada está ahí no más, en la plaza principal de Villamaría, donde visité la iglesia parroquial, la Alcaldía y la Casa de la Cultura.

La otra vez cuando vine a esta iglesia, en el 2008, la torre y los detalles de la fachada estaban pintados de verde. Ahora de color marrón, lucen mejor.

Lo más bonito del templo, con interior bastante oscuro, es la baldosa antigua del piso, con diseños originales y la cúpula central, tan hermosa por dentro como  por fuera.

El altar principal de la iglesia es en madera de corte moderno, pero bonito. En lo más alto de la nave central hay un balcón con chambrana que dá la vuelta al templo después de ir hasta el coro y regresar a lo alto del presbiterio.

En seguida quise probar un kumis, la  bebida típica de Villamaría. El más famoso, por ser batido a mano, es ‘Donde Augusto’, como cuatro cuadras arriba de la plaza. Pero yo no puedo caminar mucho, así que fui a otro sitio que me recomendaron y donde venden el kumis, sin cuca, a $1.300 el vaso.

Casi no había en dónde colocar las cuatro letras, al fin conseguí asiento para disfrutar del kumis, en plena plaza principal: Carrera 5 No. 8-24. Y sí, estaba muy rico.

En el parque hay un kiosco sencillo y esta vez me llamó la atención el imponente edificio donde funciona la Casa de la Cultura, en una de las esquinas de la plaza.

Desde ese sitio de divisa el centro de Manizales, con su gran catedral.

Diagonal está la Casa de las Concepcionistas, de dos pisos y balcón corrido, pintado ahora de color café.

Lo que más necesitaba ahora era una porción de fruta. En el parque de Villamaría conseguí la mejor: mango picado, en el grado de maduración que me gusta, por solo $1.500 el vaso. Qué delicia. Pocas veces había disfrutado tanto, de una porción de regulador para mi aparato digestivo.

En la parte de atrás y arriba de Villamaría, están haciendo una explanada en donde construirán 700 casas de Interés Social. Desde el Cable se ve el lote, muy extenso y plano.

El regreso al Terminal fue también por aire, disfrutando de la panorámica tan amplia que ofrece el Cable sobre la ciudad de Manizales.