Argelia (Valle del Cauca).
Viernes 5 de junio de 2015
Ya había investigado cuáles eran los principales productos que se dan en Argelia: café, plátano, yuca, panela y aguacate.
Este municipio del Valle del Cauca, tiene unos siete mil habitantes, de los cuales la mitad vive en el pueblo y la otra mitad en los campos.
Estando en Ansermanuevo, a las nueve de la mañana me ubiqué a la salida para el norte del departamento, a esperar cualquier transporte hacia La Marina, la vereda donde hoy, primer viernes del mes, habrá feria de ganados.
Le puse la mano a todo carro que pasó por ahí. No tuve que esperar mucho hasta cuando se detuvo un negociante de ganado, que va para La Marina en su campero. Muy formal el hombre, nos fuimos conversando sobre diferentes temas.
Qué viaje tan agradable. Como mi amigo pasó por la universidad, pues los temas que tratamos fueron políticos, de educación de hijos y de cultivos. Y no faltó el análisis de coyuntura acerca de la economía del país.
Mientras mi conductor conversó con un cliente, yo aproveché para tomar algunas fotos de los cafetales verdes, los árboles de nogal que protegen el precipicio, las casas campesinas en la falda de la cordillera y todo ese paisaje cafetero tan hermoso que se observa desde la carretera.
40 minutos después de haber salido de Anserma, llegamos a La Marina, que está dos kilómetros arriba de La Rivera, el restaurante donde paran los buses que van para El Cairo.
Ya había mucha gente allí y en los corrales se abarrotaban las terneras, los animales adultos y algunas bestias en venta. Un ternero mamón, se esfuerza por alcanzar la teta de la vaca, que está en el corral vecino. Al pobre animalito apenas si le alcanza el pescuezo para agarrar la ubre.
A un lado de los cercos, humeaba el brasero en donde se asa la carne a la llanera, para el almuerzo del medio día. Hay música, un animador profesional y buen ambiente de fiesta.
Colgados de las cercas o ubicados en el piso, están exhibidos los productos de vaquería: zurriagos de berraquillo o guayacán; aperos de cabeza; grupas de cuero; guaracas redondas o aplanadas para fuetear los animales; ponchos con líneas de colores; sogas, estribos, alfombras; guardabarros para la pierna; collarín para bestia de carretilla; estribos encocados o en forma de media luna; en fin, todo lo que un vaquero necesita para su caballo y el trabajo en las fincas ganaderas.
No, pues, aprendí cantidades conversando con vendedores y compradores, al tiempo que tomaba algunas fotos al ganado y las mercancías. Se respira un aire festivo, el día está bastante soleado, se ve que este evento va a estar muy animado.
A continuación bajé a pié un tramo, para fotografiar sin afán, los árboles de nogal que crecen a orilla de la carretera.
Apenas hube terminado mi labor de registro, me recogió en su auto, una pareja de empleados de la CVC, a quienes felicité por celebrarse justo hoy, el día del Medio Ambiente.
De nuevo en el restaurante Parrilla, donde sale la variante para Argelia, fotografié a Fidelina, como la llamaría yo, una señora que miraba la Feria de Ganados desde la ventana color naranja de su casa. Ella tenía sobre los hombros una bufanda del mismo color, por lo que me pareció interesante enfocarla. Su casa tiene a pocos metros de las alcobas, un lavadero hermoso, contiguo al baño que, excelente idea, queda retirado de la vivienda.
Abordé la buseta que pasó para Argelia, municipio ubicado a solo 5 kilómetros de La Marina. Allí iba un señor muy amable y de buena presencia, que resultó ser un concejal del municipio.
Entrando a la localidad, se pasa por un lado del cementerio. El casco urbano apenas si se ve cuando ya uno está en las calles de Argelia.
Al bajarme en la plaza principal argelina, lo primero fue fotografiar la escultura de la mula y el arriero que adorna el parque central.
Argelia es un pueblo que se enorgullece de hacer parte del Paisaje Cultural Cafetero, declarado por la Unesco, como Patrimonio de la Humanidad.
En seguida ingresé a la iglesia, de una sola torre, sencilla y medina, con unos vitrales bonitos en las naves laterales.
Allí saludé a Giovanni Velásquez, el sacristán, un joven con cabellera larga que venera a San Francisco de Asís. Su hermano ha inaugurado un hotel en seguida de la iglesia y ha pintado ventanas y puertas con colores vivos, para hacer más vistosa la fachada.
Apenas pasa un lugareño, su paisano lo saluda con un:
- Lo veo muy aliviado!
- Qué va, responde el amigo, levantando la enjalma es que se ve la peladura…’.
Como quería tomar una foto panorámica de Argelia, le pedí a una chica que estaba junto a su potente moto, que me subiera a la boca-toma desde donde se ve todo el casco urbano. Contra lo que esperaba, la joven de la moto, accedió a subirme de muy buena gana.
Y eso no es todo: fue la primera vez que manejaba la moto de su padre. Ella había conducido otra moto más pequeña, pero nunca se había atrevido a coger esta grande del progenitor. Subiendo a la boca toma, pasamos por las instalaciones del Hospital San Pio X.
Y fue tan querida mi conductora, que no me quiso recibir los dos mil pesos que le quise dar, cuando regresamos al parque.
El concejal me acompañó a la Alcaldía, ubicada en el marco de la plaza, en donde el hombre se mueve como pez en el agua.
Más adelante pasa un joven con su guitarra al hombro. Alguien que lo ve, le comenta al amigo:
- Vea, ahí tiene a quien contratar para una serenata – a lo que el otro responde:
- Uhmn, ese músico y el sonido de las tripas, es lo mismo…’.
Bueno, ya con esto doy por conocido el pueblo de Argelia. Compré algunos frutos de chontaduro machos, para ubicarme en seguida al pié de un resalto, en donde todos los carros tienen que frenar.
Al momento me invitaron a subir unos señores que iban en una camioneta doble cabina. Debí sentarme en la parte trasera, pero no fue tan incómodo y en cambio desde allí podía divisar toda la naturaleza a la vista.
Y cuál no fue mi sorpresa cuando supe que quien conducía la camioneta era el alcalde de Argelia, y sus acompañantes los guardaespaldas. Así que cuando me bajé en La Marina, le dí la tarjeta del blog y me despedí de Wilman Harry Marín Castaño, el joven alcalde argelino.
Aproveché que el sol está ya del otro lado para fotografiar ángulos diferentes de los nogales, las hojas de variadas formas y tamaños y los sembrados de café. Bajé algunas cuadras y luego un joven me regresó en su moto hasta la Feria de Ganado que ya estaba en todo su furor.
Al Restaurante Parrilla no le cabía un cliente más, la carne a la llanera se estaba agotando, varias camiones se alistaban para llevar los semovientes negociados y era evidente que muchos finqueros, tenían varias cervezas en la cabeza.
Pasó la buseta para Ansermanuevo y la abordé por $4.000, con la idea de llegar antes de las tres a ese municipio y subir en campero hasta el mirador de La Puerta.
Apenas son las dos de la tarde y, cuántas cosas agradables he vivido en este primer viernes de mes. Ahora pienso cuán diferente es mi vida cuando viajo a cuando estoy en mi casa.
Allá toca trabajar duro y me amaño bastante en mi ‘palacio’, pero las mejores aventuras y las experiencias más interesantes suceden cuando estoy de paseo.