Ciénaga de Oro (Córdoba).

Qué tierras tan fértiles las del departamento de Córdoba, por las cuales viajo ahora. En realidad Colombia sí es un paraíso, como decretaba anoche un amigo en el parque de Sincelejo. Con dos mares, tres cordilleras y todos los climas, estamos en mora de ser potencia latinoamericana.

Ahora me entero que desde Ciénaga hasta Montería, la carretera ya es de doble calzada. Qué bien.

Iglesia.
Templo católico.
Templo.
Interior del templo.

Nombre dorado.

Muy agradable este pueblo cienaguero. Al llegar al parque, cuentan los lugareños que el nombre ‘Ciénaga de Oro’ se debe a que, por un lado de la iglesia corre una veta del precioso mineral. Hace muchos años, abrieron pozo para un aljibe,  ‘y los pelaos cogían bolitas doradas que, luego vendían para comprarse dulces’.

Arquitectura e Historia.

La iglesia tiene un aspecto interesante, en color gris oscuro, la fachada con cuadros de arenilla continúa sostenida por seis columnas redondas. Aunque tiene cúpulas rojas, tanto en la fachada, como atrás sobre el altar, son más bellas las exteriores que las del interior que carecen de adornos.

Frente a la iglesia católica se ve el busto de don Francisco de los Reyes Burgos Rubio,  activo general que durante la Guerra de los Mil días, combatió en nombre de la hegemonía conservadora, los ejércitos rebeldes al mando del General Rafael Uribe Uribe.  

Héroe.
Héroe de Los Mil Días.
Casona.
Edificación antigua y bella.

Al lado del templo permanece un edificio, casi en ruinas, pero de un diseño original y hermoso. Allí funcionó la Casa de la Cultura y se espera que esa edificación sea restaurada, para que siga prestando servicios a favor de los intereses culturales del pueblo cienaguero.

Por su parte la Alcaldía Municipal, ocupa un edificio moderno, de dos pisos, con balcón arriba, ubicado en el costado sur de la plaza principal. En la fachada del Palacio, se han colocado el escudo y apliques dorados, claro.

Chozas.
Techo de paja.
Cubierta de lata.
Techo de latón.

Fotografié algunas casas antiguas, que todavía se conservan con techo de paja o de latón. Un lugareño sin camisa fue mi guía, cuando lo observé en el corredor de su casa, con pilares delgados y un interior tradicional y antiguo.

Llaman la atención la construcción de algunas mansiones con elementos propios de la arquitectura libanesa también presentes en Lorica y otros pueblos sabaneros.

En las calles no se ven muchos árboles que den sombra, será porque son vías más bien estrechas.

Sala.
Interiores aireados.
Mirador.
Un rayo decapitó la imagen.

Mirador descuidado.

Unos paisanos del parque me sugieren ir en moto hasta el Cementerio. Así lo hice, pero no vale la pena, un camposanto común y corriente sin mausoleos bien decorados.

Lo que sí me llamó la atención fue el Cerro de El Salvador, arriba de las tumbas, con buena vista sobre la ciudad, pero en horas matutinas. Lástima que el Cristo está deteriorado y sin cara, debido a un rayo que le cayó encima.

Cerca del parque, los carreteros usan su vehículo como butaca para descansar en las calurosas horas vespertinas.

Carretilleros.
Esperando clientes.

La Y.

Antes que anochezca  termino la visita a este agradable pueblo cordobés. Contraté una moto que me llevó hasta la troncal, de paso por el Parque de la Cruz, un espacio pequeño, al frente del cual está el Hospital de Ciénaga de Oro.

Estando allí,  pasó un moto-taxista que se ofreció a llevarme hasta La Y, por dos mil pesos. Como la tarde está fresca y el hombre parece prudente para manejar, acepté el ofrecimiento.

Qué viaje tan agradable fue este. Mi conductor y guía voltea la cara cuando me habla, así que el viento no se lleva sus palabras y le entiendo bien lo que conversa. Claro, es una persona madura como yo, con quien hice buenas migas. Muy buena gente el hombre, Dios le dé suerte.

En este cruce, famoso por el vallenato clásico: ‘Guayabo en la Y’, me situé bien, para esperar transporte hacia Sincelejo, delante de la bomba Terpel y cerca de donde se ubican los Policías de Carretera.

Tránsito sin control.

Al rato pasó la buseta que, por $7.000, me llevó a las volandas, hasta la capital sucreña. En algún momento grité: ‘Más despacio, por favor’, pero como que nadie se identificó con mi súplica, así que debí tolerar tanta velocidad. De qué vale correr riesgos?

Es que claro, quien maneja este bus es un conductor joven, sin mucha experiencia y amigo del riesgo. Acaso si se ganan 5 minutos, que poco significan. En cambio la vida o la salud sí lo valen todo. Pero bueno, los costeños son más bien pasivos, espero que no nos pase nada.

Como tampoco ocurrió una tragedia cuando el conductor se detuvo en una estación de servicio a tanquear el carro. Aquí en la costa eso es bien común y la gente se acostumbró a ese abuso.

Acaba de ocurrir en Fundación, la tragedia de los 33 niños calcinados dentro de una buseta y ni por esas los costeños se bajan del vehículo cuando se va a llenar el tanque.

Y es que, por pereza será que los conductores no llegan a los terminales con el bus preparado y el tanque lleno, sino que a mitad de camino se proveen de combustible, a costa del tiempo de los pasajeros.

Viajero.
Viajero feliz.
Esquina.
Esquina tradicional.

De todas maneras me entretengo con tantas bellezas, como las que observo a través de la ventana traslúcida de la buseta. Los árboles de cedro que sembraron a la vera del camino, hace siete años, ya son plantas jóvenes y altas, que decoran muy bien la carretera.

A veces como que se me dificulta el ejercicio mental de, aprehender la realidad y que no parezca un sueño, todo lo tan rico que vivo en estos días de viaje. Qué felicidad! Mi alegría es viajar, y qué bueno que la vida me ha permitido hacer tantos recorridos. Todo lo que me sucede, es una dicha!

Plaza.
Plaza central.

Oído atento.

También me divierto escuchando la conversación decimonónica que traen los vecinos de adelante. Un señor y una señora de mi edad, vienen muy encarretados tratando de entender el misterio de la Santísima Trinidad. Él esgrime argumentos filosóficos, bien elaborados, en tanto que ella se apoya más en la fe, de lo que aprendió desde niña. Qué cosas las que vive uno en estos departamentos del norte.

Alcaldía.
Sede administrativa.

Alcaldes de Ciénaga de Oro han sido: 2020-2023 Ana Luz Bedoya Usta; 2016-2019 y 2024-2027 Alejandro Mejía Castaño.

Acá habitan en total: 52.000 orenses, 20.000 en el pueblo y 32.000 en las veredas.

Fecha de la visita: Viernes 30 de mayo de 2014.

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *