Pitalito (Huila).
Lunes 7 de abril de 2014
Apenas salí de Timaná hacia Pitalito comenzó a sonar en el equipo de la buseta, ese hermoso vallenato en la voz de Jorge Oñate describe una triste realidad: Mujer marchita. Cadencioso, sentimental y hasta filosófico,
Qué belleza de canción.
Ya en Pitalito por $25.000 contraté una habitación en el Hotel Escorial, una pieza amplia, con tendidos y tohallas blancas y potente WiFi.
Este hotel cobra tan barato, porque necesita posicionarse en el mercado, ya que tiene solo tres meses de uso.
Pitalito es una ciudad grande, con buen comercio y bien organizada.
A la entrada se pasa por el Cementerio, grande y encerrado. También vimos el Coliseo de Ferias y el Hospital San Antonio, de buena capacidad.
Ya sin equipaje, caminé por la carrera cuarta, hacia la plaza principal de Pitalito.
La iglesia con torre blanca bastante elevada y con mirador arriba, es muy particular, pues el resto del templo, que es de estilo colonial, fue lo que quedó en pie luego del terremoto que azotó a Pitalito en 1.967.
Me lo contó un sacerdote de la Casa Cural, contigua a la iglesia.
La influencia paisa en el Huila es evidente en el comercio. Ahora vi un almacén llamado ‘Telas Medellín’, que debe pertenecer a un santuariano o por lo menos, a un marinillo.
Y en la esquina de la carrera cuarta con calle cuarta, hay una panadería y restaurante que ni siquiera tiene puertas, pues está en servicio las 24 horas del día. Y claro, ese negocio es de un señor del barrio Aranjuez.
El pan calentano que venden en ‘Al Pan Pan’, a $300 cada uno, es delicioso.
El Colegio la Presentación de Pitalito, ocupa toda una manzana y, como siempre, a continuación del colegio, que aquí es para niños y niñas, está la Capilla.
Pensé descansar un poco, pues me siento agotado, pero es mejor aprovechar que ya salió de nuevo el sol, para conocer algo más de esta, la segunda ciudad del Huila. Prefiero dormir bien durante la noche.
Tres cosas me llamaron la atención en la iglesia de Pitalito: la imagen de bulto, bien imponente, de Juan Pablo II, a un lado del presbiterio; las ‘anditas’ con la imagen de la Virgen, decorada con flores y lista para una procesión de niños, así como en nuestra infancia jugábamos nosotros, en Santafé de Antioquia y, por último, las estaciones del Vía Crucis, esculpidas en barro horneado.
Después de admirar el parque que está muy bonito, decorado con palmas y recién remodelado, contraté una moto taxi para conocer algo de la ciudad.
El Terminal de Transportes de Pitalito es grande y cómodo, además de bien presentado y reciente.
Ahí cerca hay una escultura bonita, llamada La Gemelas Danzarinas, del artista Milton Mora.
Otra cosa que me conmovió, fue ver como 15 pinturas a lo largo de la avenida que sale hacia el
occidente, reproducciones de obras de diversos artistas.
Debajo de cada valla, está el nombre de la obra, su autor, el año y la técnica empleada en el original. Muy bien!
A las diez de la mañana del día siguiente abordé la buseta que en cinco minutos, me dejó en el moderno Terminal de Transportes de Pitalito.
Como ‘al que le van a dar, le guardan’, hacía poco había salido la buseta que va directamente hasta Cali y que, para mi fortuna, estaba cambiando la válvula de una llanta en la estación de servicio, a una cuadra del Terminal.
De la oficina de Cootranslaboyana llamaron al conductor que me esperó hasta cuando yo llegara a la EDS.
Qué rico este viaje atravesando el Macizo Colombiano, pues transitaremos por una carretera muy bonita y desconocida para mí, en medio de bosques y páramos.
En Pitalito comienza el conteo regresivo de kilómetros, desde el 121, hasta el punto cero, que está en Popayán.
Total que, a cada momento, se puede saber cuántos kilómetros faltan para llegar a la capital caucana.
A la salida pasamos por Plaza San Antonio, el Centro Comercial donde está el almacén Éxito de Pitalito.
Después de El Cruce, se asciende un poco y desde ese alto se ve precioso el río Magdalena, el salto Simón Bolívar y la carretera que se bifurcan en dicho punto.
Gran parte del viaje hacia Popayán es en ascenso hasta el Páramo, donde la vegetación incluso es de frailejones. Todo el paisaje hasta ese sector es precioso. No hay una hectárea que no sea de color verde, el bosque virgen es lo que predomina en casi todo el recorrido. Qué bella es la Naturaleza!
A las 11:20 pasamos de largo por San José de Isnos, una población perteneciente todavía al departamento del Huila.
Se ve una plaza plana y la iglesia moderna, decorada como con triángulos. A la salida del pueblo, está el colegio José Eustasio Rivera.
Ahora pasamos frente a un cultivo de moras. A las matas como que las tienen que sostener con tirantas me imagino yo, para que los frutos no se pudran si caen contra el piso.
Por acá comenzó el terreno destapado. Hasta dentro de una hora, más o menos, me cuenta el conductor, volveremos a transitar por pavimento.
Un niño precioso de cachetes colorados se baja con la mamá en una vereda de clima frío.
Y lo más increíble fue ver el río Cauca ‘recién nacido’ como una quebrada pequeña a un lado de la carretera.
Al principio del viaje el conductor puso la tradicional película de la mujer bonita que secuestran y luego libera, el hombre con el cual se casará. Pero ahora lo que se escuchan son vallenatos viejos, como ‘La Plata’, de Diomédez Díaz que, en parte, la letra de esa canción coincide con mi filosofía de vida.
‘Si la vida fuera estable todo el tiempo, yo no viajaría ni malgastaría la plata,
pero me doy cuenta que la vida es un sueño, y antes de morir es mejor aprovecharla,
por eso la plata que cae en mis manos, la gasto en mis viajes, y con mochila disfrutando.
se apodera el diablo de aquella riqueza, entonces no voy a la Gloria de Dios…’.
A veces aparecen avisos al borde de la carretera, que advierten sobre la presencia de Dantas, Venados y Osos Andinos.
Entonces me pregunto: cuánta biodiversidad habrá bajo esas selvas vírgenes, ese bosque húmedo tropical, tan variado y tupido. Qué bueno que aún se conservan esas riquezas naturales.
El talud de los lados siempre está cubierto de musgo o a veces de hierba, pero todo por acá es vida. Tampoco se ven derrumbes, nuevos o viejos, a pesar o precisamente porque, esta carretera tiene muchos años.
Hacia la una de la tarde paramos a almorzar en el Restaurante El Mármol, con caldo de gallina por $3.000. En el kilómetro 68 ya estamos cerca del páramo y ha empezado a caer una lluvia menuda y suave.
Lo que me llama la atención es ver por estas alturas, una especie de palmeras delgadas y de copo de hojas muy bellas.
Más adelante pasamos el puente sobre el río Mazamorras, una vertiente que pasa muy profunda, allá abajo. En seguida, está el pico que marca el límite entre los departamentos de Huila y Cauca.
Qué cosa cómo se ha venido a menos la cría de caballos. En algunas ciudades prohibieron las Cabalgatas y en los campos lo que se usa para transporte o carga e incluso para arrear el ganado es la motocicleta.
El alcalde de Popayán hasta el 2019 es el señor Miguel Antonio Rico Rincón.
En Pitalito habitan en total 100.000 laboyanos, 60.000 en el casco urbano y 40.000 en los campos.
Como Pitalito está ubicado en el Valle de Laboyos, los habitantes de Pitalito tienen como gentilicio Laboyanos. Allí estaba ubicada la finca San Juan de Laboyos, propiedad del ex presidente José Hilario López.
Excelente relato. Yo también viajo mucho pero no escribo.
Qué bueno que te ha gustado José Guillermo, Gracias y saludos.