Girardot (Cundinamarca).

Jueves 30 de abril de 2015

Para mí fue toda una sorpresa encontrar en esta parte de Cundinamarca,  una ciudad tan agradable con mucha historia y tantos atractivos arquitectónicos.

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Hermosa casa antigua de pilares y corredores.

Como le ha sucedido a muchos viajeros, alguna vez había pasado por este puerto sobre el río Magdalena, pero nunca había recorrido sus puentes, calles y plazas.

Girardot tiene una población cercana a los cien mil habitantes y hasta el 2019 será gobernada por César Fabián Villalba Acevedo.

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Veleta que corona la torre eclesial.

A principios del siglo XX, esta fue una de las ciudades más importantes de Colombia, por el comercio y las comunicaciones. Hasta Girardot llegaba, a través del río Magdalena, la mercancía que ingresaba al país y por allí pasaba el café y demás productos agrícolas que se exportaban a otros países.

Hay que advertir que aquí el principal río de Colombia, no solo une a Girardot con sus vecinos Flandes y Ricaurte, sino que en este punto el río Magdalena, sirve de frontera entre los departamentos de Tolima y Cundinamarca. Girardot dista 170 kilómetros de la capital del país.

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Puente férreo en acero y remaches.

Contraté a Oswaldo, un moto-taxista quien me llevó por los principales sitios de interés.

Sobre el viaducto Mariano Ospina Pérez, también llamado ‘Puente Amarillo’, el conductor me señaló el otro viaducto, el gris y metálico por el cual atravesaba el ferrocarril cuando Colombia tuvo vías férreas.

Ahora es un corredor peatonal muy agradable para atravesar en las tardes, cuando la brisa mitiga los 33° de temperatura promedio.

También miramos la iglesia de frontis blanco y una sola torre, que se observa muy imponente sobre un pequeño alto, difícil que pase inadvertida.

Y debajo del Puente Ospina Pérez, inaugurado en 1.950, logré fotografiar algunos pescadores que preparaban las redes observados por una garza de patas largas.

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Homenaje a la estrella tutelar.

En seguida Oswaldo me llevó a conocer el monumento llamado ‘Danza del Sol Naciente’, una escultura bonita que muestra a tres hombres viendo cómo la estrella tutelar se eleva por el firmamento.

Después visitamos el Parque del Bárbula, en la que se rinde homenaje al héroe que le dio nombre a la ciudad: Atanasio Girardot.  Nuestro personaje se aprecia sobre el pedestal, portando una bandera y con el brazo en alto.

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Deliciosos mangos de azúcar.

Allí hay un parque amplio y al frente la capilla moderna que todos conocen como la iglesia del Bárbula. Por ahí andaba el vendedor de mangos de azúcar, ¡qué majar!

Otro sitio bien interesante hasta el cual subimos, fue el Mirador de la Cruz, una atalaya hermosa en el alto de un cerro, parecido al del Nutibara en Medellín. Desde allí se observa muy patente la pista del aeropuerto girardoteño.

Más adelante anduvimos por el Centro Histórico, que tiene muchos sitios de interés para el turista.

En el Parque Santander, frente a la antigua plaza de mercado, está la torre puntuda y color rojo de la iglesia de San Miguel Arcángel.

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Iglesia de San Miguel Arcángel.

Muy hermosa, con baldosa antigua y poco común. Pude fotografiar la imagen del arcángel, con gesto victorioso, en el alto del retablo central.

Oswaldo me cuenta que la Plaza de Mercado de Girardot, construida por allá en los años 30, por el arquitecto alemán Leopoldo Rother, fue la primera edificación antisísmica que se construyó en Colombia.

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Interior iluminado y fresco de la Plaza.

La visión futurista de quien la diseñó, hizo que se le adecuara un horno para quema de residuos que, ya se quisieran edificios actuales.

Pero lo maravilloso de esa edificación declarada Patrimonio Arquitectónico de la Nación, es su original diseño que garantiza tanto una inmejorable ventilación como suficiente luz, para no requerir el uso de electricidad.

Y es que en Girardot se han conservado muy bien algunas edificaciones antiguas, como las dos casonas esquineras, de dos plantas, con balcón corrido, techo de zinc y chambrana en macana, que ocupan escuadras, en los dos extremos de la plaza.

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Patrimonio arquitectónico de Girardot.

Qué hermosas mansiones, cuántas familias nobles y negocios habrán pasado por sus corredores. Ahora funcionan allí comercios a tono con el mercado local.

Mientras yo tomaba fotos y apuntes, y observaba en detalle todos estos monumentos, Oswaldo me esperaba paciente en su moto. Qué suerte haber conocido a este hombre que además de seguridad y transporte, me brindó su amistad y compañía.

Porque fuera de fotografiar carretas con frutas tropicales, las más provocativas: aguacates, sandías partidas, peras maduras, bananos criollos y marañones rojos, fuera de eso, tuve tiempo para dialogar con los paisanos y preguntar algo a los vendedores.

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Atanasio Girardot.

La paciencia de Oswaldo fue un plus muy importante en mi visita a Girardot. Definitivamente pasear con familiares o amigos tiene sus ventajas, pero para viajar no se requiere compañía, a donde se llega siempre habrá un amigo al cual acudir.

Pero la estampa más simpática, la más hermosa, la fotografié cerca de la galería, cuando le pedí a mi guía que detuviera la moto para fotografiar cuatro burros que con cara de satisfacción devoraban cáscaras y frutas  de mango, banano, sandía y otras delicias, puestas a disposición de los jumentos, en el pavimento elevado.

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Burros concentrados en un delicioso postre.

No, qué foto: me imagino que mientras se alimentan, los borricos estarán pensando:

‘Ah, cómo es de bueno venir a la ciudad, para que nos inviten a ensalada de frutas. Es que uno en el campo comiendo siempre la misma yerba, ah, eso también cansa…’.

El dueño de los animales, que esperaba sentado al lado, me confirmó que para los jamelgos ese es un manjar que cada ocho días disfrutan muchísimo.

Después bajamos al puerto sobre el río Magdalena, el que está debajo del puente férreo.

Fondeadas en la orilla, hay varias embarcaciones de pasajeros, entre ellas, ‘La Barca del Capitán Rozo’, que lleva más de 75 años prestando el servicio de transporte fluvial en Girardot.

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Barca para transporte por el río.

Desde el Puerto se ve también el ‘Malecón de Flandes’, un mirador pequeño pero agradable, a orillas del Magdalena.

Esa terraza constituye el principal atractivo del municipio vecino a Girardot.

Una edificación antigua de muchas ventanas, pintada ahora de amarillo, fue la sede de la ‘Trilladora Magdalena’. Ya restaurada ha servido de locación para algunas novelas y películas que se han filmado en esta ciudad ancestral.

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Homenaje al Boga y edificio Trilladora.

En el siglo pasado esa era la bodega donde se guardaban las mercancías importadas que, a través del río, llegaban desde Barranquilla, con destino Bogotá.

Otro monumento que hay cerca al puerto, es el del Boga, el hombre que pasaba a los lugareños de una orilla a otra del río, cuando no se había construido el puente Mariano Ospina Pérez.

Más adelante fotografié el monumento al camarógrafo, una escultura grande hecha con chatarra, pero de bello acabado. En el centro histórico de

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Camarógrafo y arquitectura clásica.

Girardot se han filmado varias telenovelas.

Ahí cerca está la antigua estación del Ferrocarril, con una locomotora expuesta y la oficina restaurada de buena manera.

Y es que esta ciudad también fue cruce de caminos para pasajeros y mercancías que se transportaban en tren desde Facatativá hasta el Huila y Buenaventura.

Uno de los hoteles más antiguos de la ciudad portuaria es el San Germán, fundado en 1.900 y que ahora están restaurando, y mantiene el aviso tradicional. Además ese Hotel conserva los pilares del corredor frontal, que también se ve en varias de las edificaciones del sector.

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Locomotora en uso hasta el siglo XX.

También la valla del ‘Hotel Oca’ se conserva tal cual como aparecía el siglo pasado, ya oxidada y sobre la cubierta de zinc de la edificación.

Casi todas estas casonas fueron hospedajes para los muchos comerciantes que pasaban por Girardot, y arribaban a la ciudad en barco o tren.

Porque desde el siglo pasado Girardot requirió de suficiente oferta hotelera. Hasta esta ciudad llegaba una ruta aérea que unía a Barranquilla con la capital del país, a través de Girardot.

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Homenaje a Jorge Eliécer Gaitán.

En 1.919 aterrizó en este puerto fluvial, el hidroavión de la empresa Scadta, antecesora de Avianca.

Sobre un pedestal encumbrado, está la estatua altiva y desafiante del caudillo Liberal Jorge Eliécer Gaitan. Su gesto provocador y la boca abierta, recuerdan el grito con el cual el mártir del 9 de abril de 1.948 terminaba sus discursos: ‘A la carga!’

Lo mejor de toda esta jornada ha sido el día tan fresco que hace, gracias a que el firmamento está entoldado y no ha salido el sol. Para movilizarse en moto por toda la ciudad, este ha sido un beneficio adicional con el que me ha recibido la ciudad de Girardot.

Normalmente las temperaturas al medio día, no bajan de 33 grados, y hoy no se ha sentido el calor. También porque cuando uno pasea, pocas cosas le duelen y en mi caso he disfrutado tantísimo de esta visita, que el tiempo se me ha ido volando y todo me ha parecido hermoso.

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Cubierta de zinc, usada el siglo pasado.

Por último Oswaldo me arrimó al Parque de Bolívar, en donde se exhibe la estatua de un Libertador envejecido.

Allí se ubican la moderna Catedral, el edificio de la Alcaldía Municipal, la sede  del Banco de la República y la Biblioteca, formando parte del marco de la plaza central.

Bueno, gracias a mi guía improvisado pero bastante eficiente, pude conocer en pocas horas, los principales sitios turísticos de Girardot. Un abrazo de despedida y muchas gracias a Oswaldo. Fue excelente su colaboración.

Apenas me subí al colectivo para El Carmen de Apicalá, cayó un aguacero que vino para quedarse, mientras yo me voy para regresar. Girardot me cautivó.

Germán Vallejo

En este Blog publico relatos de mis viajes por Colombia y Antioquia. Desde el 2004 he realizado viajes, casi siempre solo, con pocos recursos y en transporte público. Estoy convencido que en un día soleado todo se ve más bonito, por lo que prefiero viajarenverano. Bienvenidos.

2 comentarios en «Girardot (Cundinamarca).»

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